He pasado unos días en Bilbao que me han permitido ver la penúltima guerra del Valencia con cierta distancia. Podría resumirlo todo con un simple titular; ´Los ojos en Bilbao y el corazón en Valencia,´ y quedar en paz, pero le he dado tantas vueltas al asunto que si no lo escribo reviento. Sentado en un banco a orillas de la ría y rodeado de pelícanas paseando, tenía la sensación de que el Valencia se desmoronaba.

La guerra en las redes sociales me quemaba y me dolía. Jamás me creí vencedor pero he tenido que releerme y comprobar si me dejé llevar por la rabia esos días en que Lim y Salvo ganaron la batalla. Es malo sentirse ganador si confundes tener razón con lograr el objetivo. Y peor es presumir mientras el aficionado sufre. ´¿De qué vale sentirte ganador si quien pierde es el Valencia?´ pensaba mientras un perro amenazaba con levantar la pata junto al banco en el que escuchaba al Robe cantar «no valgo para estar metido en un puré, me gusta mi sabor».

Con los ojos en Bilbao y el corazón en Valencia sufro al darme cuenta de que este azote de ahora será para siempre porque no es más que resaca dulce del amargo proceso de venta y porque es la constatación de que alguno todavía se siente perdedor y sigue sin entender nada de aquello y de lo que significó para el aficionado más allá de Salvo, Lim o Mendes. Y de repente, hubo un día en que el problema era Rufete pero nadie se preguntó ´qué ha hecho Rufete´, o ´qué ha hecho mal Rufete´.

Y me preguntaba qué habría pasado si Rufete hubiese dicho que quería otro entrenador que es lo que ha dicho Nuno sin que nada pase en el club porque así lo quiere Peter Lim, supongo. Fue el entrenador quien rompió la baraja al intentar prescindir del Manager y quien ha tratado de imponer un director deportivo utilizando al diario Marca „conocido como el Boletín Oficial del Real Meseta„ como ariete. Torpe estrategia que le ha retratado porque Rufete muy a su pesar, sigue en el club... supongo también porque lo quiere Lim. Y de repente, al llegar a mi pueblo por fin, lo primero que me dice un vecino con el que me cruzo cansado y cabizbajo camino de casa es «Carlos, ja se sap a qui fixem..?», que en pocas palabras encierra toda la verdad de esta historia. A la gente no le interesan las guerras internas y le gusta poco que las aireemos porque han tenido demasiadas. La gente quiere mejor equipo el año que viene. Nada más. Tomen nota.