He perdido la cuenta ya de las veces que he reescrito y borrado el arranque de este artículo y no se me ocurre mejor manera de empezar que reconociéndolo. Me parece la demostración más gráfica de la montaña rusa en la que nos hemos montado. Estaba convencido de que el Levante no saldría a la venta y de repente aquí estoy, otra vez con el tema. Es más, esta vez con una Comisión negociadora nombrada y todo, para que a nadie le quepa la más mínima duda del minuto y resultado. Porque pueden negarlo, pero no hay eufemismo que enmascare la evidencia de que abrir un proceso así, aunque sólo sea para escuchar, implica voluntad de vender. Así que, más allá del debate de si el Levante es para uno como su coche o como su hijo, quien no se encuentre aún en estado de shock sólo puede ser porque se la pela lo que pase.

Los 56 millones y poco más

La dichosa confidencialidad

Me llegan a porrillo opiniones de partidarios y detractores; unas más rigurosas que otras, pero todas enriquecedoras. Reconozco que cojeo a favor de los segundos, pero con dudas que van a más a medida que me topo con eso que tan a la ligera llaman confidencialidad y que es lo que verdaderamente nos tiene a todos en bucle alrededor de la escasa tangibilidad del asunto. Vamos, que detalle arriba, detalle abajo y aceptando pulpo como animal de compañía (más veces de las recomendables), ahí seguimos la mayoría, pegándole vueltas a los 56 millones así y asá.

Ventanas de cristales opacos

Las cortinas están corridas

Informalmente he llegado a sugerir a los que pilotan que la reunión del Patronato del pasado martes hubiese sido abierta a los medios, al estilo de las Juntas de accionistas, pero como era de prever la ocurrencia pinchó en hueso y puede que hasta con razón. Ocurre la mayoría de las veces y en casi todos los clubes que la transparencia es hasta cierto punto, lo que significa que las cosas se hacen con las cortinas corridas pero que cuando te acercas a la ventana el cristal es opaco y sólo se ven las sombras. Como aquí no hay concurso de propuestas ni mitines de campaña, sigo echando en falta la presencia de Sarver sin enlatar. Se ha ido a ver con los mandamases de la Liga y ha estado de visita en el Ciutat, pero de viva voz y físicamente no lo ha hecho con los verdaderos propietarios de este club que quiere comprarse, si bien es cierto que eso casi nadie lo hace. Es lo que se merecerían los aficionados, una presentación pública para saber qué quiere y porqué y quiénes son los que le acompañan, habida cuenta por ahora de que no ha salido ningún representante a su alrededor.

El presidente no se pronuncia

Quico se mantiene al margen

Debería de hablar Sarver y, porqué no, hacerlo también el club (no sólo la Fundación) a través de su presidente, el cual se está manteniendo tan al margen para no interferir que de él apenas se sabe que la oferta le ha parecido lo suficientemente interesante como para valorarla, que ya es un dato. Y eso que es ahora cuando, paradojas de la vida, más adeptos están saliéndole a su gestión... Aunque podría hacerlo, la verdad es que Quico ni va de campaña por el americano ni lo contrario y eso es de alabar. Sin embargo, se echa en falta conocer qué opina quien más y mejor sabe cuál es la situación y la proyección de un Levante que hace un año llegó al precipicio con Hacienda, que después sudó la gota gorda para salvar la categoría y que sigue de enhorabuena con el puntazo de formar parte de la Comisión delegada para la venta centralizada de los derechos de televisión. Verdaderamente ésa era la operación de la que todo el levantinismo estaba pendiente.