He borrado y rehecho tropecientas veces el arranque de este artículo, así que lo que estás leyendo no tiene nada que ver con lo que tenía pensado escribir. ¿Que por qué? Pues porque el texto terminará en la edición digital, pero que hoy sea Nochebuena y mañana Navidad significa que este periódico en papel no durará un día sino dos. Responsabilidad doble que me ha empujado a la hemeroteca para inspirarme en ejemplares de años atrás. Y ahí ha sido precisamente donde la idea original de un wasap, un tuit o algún instamoment a Papá Noel pidiéndole el ascenso, un delantero o la paz social ha empezado a hacer aguas.

Un club que estaba en la UCIEl «cadáver» que dijo fuertes

De 2016 he retrocedido a 2008, así como quien no quiere la cosa. Y después del desfile de personajes por las páginas de aquel fin de año ha sido imposible no conectar con las palabras el otro día en la cena de Navidad del que pronto será expresidente de la Fundación. Dijo Fuertes, muy emocionado, que cuando aceptó el cargo el Levante era un «cadáver» y desde luego eso es algo que todos tenemos muy presente pero que a menudo se nos olvida. Y sí. Es un milagro no haber muerto en el intento con la gravedad entonces de las heridas, los peripatéticos personajes llamados a sacarlo de la UVI y las idas y vueltas que todavía esperaban a la vuelta de la esquina, incluido el plante que un tal Quico dio en Tomelloso, donde el casoplón de López Lara no tenía perdida: el que tenía un paso de Semana Santa abajo en el portal.Cambio radical en ocho añosDe lo analógico a lo digital

En muchos sentidos aquella Navidad de 2008 supuso el Año 0 del Levante, un club que pese al descenso a Segunda, esperemos que circunstancial, sigue viviendo los mejores momentos de su historia. Hay cosas que mejorar, eso es cierto, pero cualquiera habría firmado entonces estar hoy en una situación tan boyante y halagüeña. Vaya por delante que no es ninguna coartada para la batalla que se ha librado por el poder, una lucha en la que por desgracia han aflorado rencillas y en la que la solución final ha sido construir un muro más alto que el que había. Sí que es, en cambio, un ingrediente fundamental para entender lo ocurrido. El Levante actual, con una rana futurista como imagen de marca y dos mascotas como Blau y Grana, se comunica con Papá Noel por redes sociales. Aquel que se iba para la tumba no pasaría del correo ordinario y tal vez su carta estaría en un sucio buzón lleno de telarañas.

Más opiniones de Rafa Marín.