Proyecto Manhattan

Lo que sí parece es que los aficionados somos los últimos, pero monos, de este teatro ya que pagamos nuestros pases anuales y se privilegiaría al seguidor televisivo, no al físico

Juan de Dios Crespo

Juan de Dios Crespo

A los que nos apasiona la historia de la segunda guerra mundial, el nombre de este artículo nos recuerda esa zona prohibida, en Los Álamos, en el Estado de Nuevo México, donde se desarrollaron los estudios y ensayos de la bomba atómica, que luego sería arrojada, por duplicado, en Hiroshima y Nagasaki.

Me vino a la mente cuando leí que una Juez de Manhattan había, la pasada semana, decidido que la demanda interpuesta por la sociedad Relevent Sport LLC contra la FIFA, no tenía fundamentos y que se desestimaba. Obviamente, no era una bomba atómica, pero se le asemejaba, en el aspecto legal, porque podía haber sido, de admitirse, una revolución en el mundo del fútbol.

Esta empresa estadounidense, que se dedica a los partidos y torneos amistosos, quería que la Juez de Nueva York dictaminara que la FIFA era un monopolio y que su prohibición de que partidos oficiales de campeonatos de liga se jugaran en lugar distintos a los del equipo que «recibía» a domicilio, era un complot para evitar la libre competencia.

Y, de ahí pasó a decir que su demanda anti-trust (anti-monopolio) iba a liberar (sic) a los equipos de esa restricción de tener que jugar en el lugar de su domicilio. Bueno, a nosotros nos pasó recientemente, pero dentro de nuestro más limitado espacio español, cuando LaLiga quiso llevarse un partido a Miami, como primera muestra de lo que podría ser un paso adelante para que varios encuentros se celebraran en Estados Unidos y, quien sabe, luego en Shanghai, Tokio, Buenos Aires o donde el dinero dijera.

Porque, es meridiano que se trata de dinero (otra vez, me dirán ustedes y sí, como siempre, les responderé...) y de intentar sacar mayor rendimiento económico a unas competiciones nacionales. No sé quien está detrás de la empresa americana, pero lo que está claro es que no podría hacerlo sola, ya que, aún ganando en Manhattan, habría tenido que convencer a alguna liga para que cambiara determinado partido y que se jugase en EEUU...

El caso de la Superliga

Por lo tanto, aquí hay o puede haber tomate. La Juez no ha apreciado que hubiera una maniobra monopolística de parte de FIFA y decidió rechazar la demanda. Sin embargo, esto es otro golpe contra la ligas nacionales, tras el caso de la Superliga y, me temo que no será el último.

Lo que sí parece es que los aficionados somos los últimos, pero monos, de este teatro ya que pagamos nuestros pases anuales (el año pasado sin incluso poder ir al fútbol y éste, ya veremos...), y se privilegiaría al seguidor televisivo, no al «fisico».

Y, por otro lado, ¿qué hay de la ventaja de jugar en casa? Se ha visto, pre-pandemia, que estar con el calor de tus aficionados, permite ganar más partidos y que, en pandemia, se ha igualado esto, porque no ha habido ayuda extra desde las gradas. Todo eso nos debe hacer pensar qué tipo de fútbol queremos y a los mandamases del cotarro, también habría de serles útil preguntar a los de abajo...

No nos caerá una bomba atómica, ni siquiera legal, ya que este Proyecto Manhattan has sido desactivado por la magistrada y, de momento, queda aparcado. Llega ya casi agosto y, sin duda, algunos que no hemos tenido vacaciones, querremos estar descansando. Para acomodar el relajo veraniego, recomiendo hoy la gran novela de una maestra argentina del género negro, Claudia Piñeiro: «Catedrales». Disfruten y cuídense.