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Lisci, entrenador de presente y para el futuro

El comunicado del club sobre la continuidad del técnico italiano ya no es tan sólo una información sino que lo interpreto como un mensaje directo a la plantilla

Lisci, entrenador de presente y para el futuroFrancisco Calabuig

La última bala de la temporada en el banquillo debe ser Alessio Lisci. Digo que debería ser porque espero que ya no hayan más vaivenes, que no se tengan que tomar más decisiones y que no se produzcan más cambios porque la nave granota ya no puede perder su rumbo de manera irremediable. El comunicado del club sobre la continuidad del técnico italiano ya no es tan sólo una información sino que lo interpreto como un mensaje directo a la plantilla que desde ya, conoce la decisión sobre quién va a ser su jefe hasta el final de esta campaña.

Es importante este matiz porque ahora mismo la gestión de la plantilla va a ser el gran caballo de batalla de Lisci. Él será el que de primera mano, vea el trabajo diario, el rendimiento y la implicación de los jugadores, y él será el que decidirá, bajo los parámetros anteriores, el que debe decidir qué jugadores son los ideales para sacar a la entidad del lío en el que se ha metido. No va ser sencillo. Capear con jugadores que tienen contratos excesivamente inflados y muy por encima de lo que aportan es una misión compleja. Pero ahora mismo ya no hay tiempo para las concesiones. Se han acabado las estrellitas, ha de finiquitarse con ese futbolista que piensa que es mejor que sus compañeros, no hay sitio para el que esté pensando en quedar libre en caso de descenso, su momento ha acabado. Lisci ha de elegir a los que pelean en el barro, a los que realmente se van a dejar la piel y el alma por el club que tan bien les paga, en definitiva a aquellos que todavía puedan ser capaces de salvar una situación tan crítica.

El joven entrenador italiano habrá de mostrar galones de técnico veterano y hacerse respetar. Su mensaje parece que ha calado en el vestuario y quien no lo haya entendido debe quedarse fuera de la ecuación. No sirve. Con todo esto, el mercado de enero aparece como una isla en medio de una gran tormenta en alta mar. Es necesario fichar pese a la contradicción que supone tener que vender. La horrible campaña ha depreciado el valor de los futbolistas pero las salidas son una realidad que marcan los parámetros económicos a cumplir. No importa demasiado porque ahora mismo pocos futbolistas del actual Levante son imprescindibles.

Lisci, más que Pereira

A nivel social Lisci ha contagiado mucho más que Pereira en su llegada. Pese al empate contra Osasuna, el Ciutat volvió a mostrar algo de fe. Es verdad que se fue de más a menos y que la fortuna y el acierto no están por la labor de acercarse a Orrriols, pero el soplo de Alessio ha insuflado de un ánimo relativamente optimista que difícilmente otro técnico podría haber traído. Buena prueba de ellos son los desplazamientos previstos para los siguientes partidos como visitante. La afición nunca dará la espalda a quien lo intenta. 

No sé si conseguirá el objetivo pero si lo reflejado en el campo es positivo, si se observa a un bloque digno, implicado y que no se descuelgue de lo competitivo pese al gravamen clasificatorio, ya se habrá logrado algo y Lisci debería ser el entrenador del presente y del futuro. Su llegada al banquillo ha sido mucho más prematura de lo esperado. Un proyecto cocido y cuidado desde hace tantos años, no debe quemarse en unas pocas semanas, con unas herencias del pasado muy complicadas de dejar en el olvido. 

Aprovecho las últimas líneas para felicitar al equipo infantil del Valencia Basket que consiguió de manera solvente su clasificación para la Minicopa después de una Fase Previa inmaculada con una Alqueria que volvió a triunfar como sede y como factoría de una generación de jugadores que ya tienen relevancia nacional. Era cuestión de tiempo.

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