Peter Lim tiene que estar contento. Ha vendido a Carlos Soler. Como quería. Como acordó con Mendes en aquella reunión de mayo en Singapur. Nunca lo quiso renovar. La prueba es que no movió ni un dedo para renovarlo desde aquella propuesta de enero.
No hizo nada. Bueno, sí. Lo que ha hecho Lim es darle la espalda ocho largos meses de silencio, ofrecerle prácticamente la misma oferta que entonces en un intento de maquillar su traspaso, ponerlo en el mercado con el cartel de ‘se vende’, ofrecerlo a otros clubes (como aquella sonrojante visita a Barcelona), no reforzar la plantilla con jugadores contrastados a excepción de Cavani, condenarlo a luchar por la séptima plaza, poner en riesgo su estatus de mundialista como le ha pasado a Gayà y de paso maltratarlo e intimidarlo con los famosos audios de Anil publicados por SUPER en los que lo amenazaba con chantajearlo. Y en medio de todo este despropósito aparece el PSG de Mbappé, Messi y Neymar. ¿Pero cómo iba a quedarse?