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Entrenamiento de BrasilAntonio Lacerda

Aquí no hace nada de calor

En cuando a lo social, si el lunes fue Kempes el rey de mis encuentros, este martes fueron el presidente de la FIFA, Gianni Infantino y el celebérrimo David Beckham

En el segundo día mundialista me tocó ver dos partidos totalmente diferentes. En el primero, se repitió más o menos lo que comentaba en mi primera crónica, y es que los equipos que tienen jugadores que están ‘al dente’, es decir que tienen la capacidad física y mental al máximo, por estar participando en competiciones de nivel, estarán arriba, como pasó entre Inglaterra e Irán. 

Los ingleses arrasaron 6 a 2 a los persas, en una lección de cómo jugar directo y al grano, con pases rápidos y jugadas estratégicas. Pudieron ser más, pero el partido se paró en esos guarismos de tenis. El set fue para los isleños, que han dado muestras de querer reverdecer el título de 1966. Y, ojo, no los vemos mal, o al menos eso me pareció. Tienen un equipo compacto y peleón, amén de técnico. En fin, atención a la pérfida Albión… El segundo encuentro, ya más parejo, con Senegal y todos sus jugadores en competiciones de países europeos y los Países Bajos de igual forma. Con ello, un toma y daca constante fue lo que pudimos apreciar y ambos países me parece que podrían con Ecuador y Catar y pasar a la siguientes fase.

En cuando a lo social, si el lunes fue Kempes el rey de mis encuentros, este martes fueron el presidente de la FIFA, Gianni Infantino y el celebérrimo David Beckham, con un estilazo inglés y con la paciencia de hacerse fotos con toda la chiquillería del palco VIP. Al acabar, pude hablar unos minutos con él y es lo que parece: un caballero, que lo fue en el terreno de juego, con su exquisito saber estar y, ahora, como hombre público.

Los dos campos, con aficionados de verdadero mundial, el primero repleto de ingleses y con un gran número de iraníes y el segundo, con un poco más de tres cuartos, pero si los neerlandeses eran bulliciosos, el premio a la mejor afición, de momento, va para Senegal. Tuve la ocasión de dar clases en aquel país y sus ganas de vivir son contagiosas. Un pleito con un equipo de allá, me reafirmó en la opinión. Y, aquí, salvo los 15 minutos del descanso, un grupo de unos doscientos elementos, pertrechados como nuestro Manolo el del Bombo (pero creo haber contado cuatro o cinco de este instrumento) con bailarines pintados de blanco, no paró, en ningún momento, de tocar, cantar y bailar…

El ‘ruido’ no era el de las vuvuzelas de Sudáfrica, sino algo que te agarraba y te hacía mover los pies sin querer. Ruidosos pero agradables, aunque se fueron, al menos algunos, muy fastidiados por el 2 a 0 que les encajó Holanda. Este grupo no va a ser fácil, pero aún derrotados, veo a Senegal seguir. La técnica ya está en su juego, aparte del potencial físico, y su entrenador les ha inculcado un régimen severo de control de la pelota. En fin, que podrían repetir su hazaña de 2002, llegando a cuartos, a poco que se les aparezca la suerte del gol.

Y, para finalizar, he de comentar la amabilidad catarí, con sonrisas pero también con ayudas cuando lo necesitas. Y, si queremos tomarnos una cerveza o un vino, en los hoteles se puede, y también en los estadios. Ah, y una cosa: no hace nada de calor, porque estamos entre 24 y 28 grados de máxima en los partidos, y si le ponen el aire acondicionado, hasta he tenido frío. Si alguien va a venir por aquí, una rebequita no estaría de más. Sigan disfrutando que, de momento, la media de goles es de 3,5 por encuentro, como me predijo Roberto Olabe cuando aterrizamos juntos en Doha… Que siga así.

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