El drama más cruel

El fracaso es rotundo. Y ahora se viene un periodo en el que no queda otra que darle la vuelta a todo

El equipo quejándose del penalti señalado por el colegiado

El equipo quejándose del penalti señalado por el colegiado / JM LOPEZ

Rafa Marín

Rafa Marín

El gato no subió a la palmera. Y ahora hay que obrar el milagro de la resurrección. Para el gato y para un Levante UD golpeado con la máxima crueldad por el yunque de la adversidad. Ese maldito yunque que llegó a ser cosa del pasado. Más dramático, imposible.

Un penalti en el último minuto de la prórroga cuando se tocaba el ascenso. De esos de VAR que no hay por dónde cogerlos. Un palo histórico del que no va a ser fácil recuperarse y menos sin tomar medidas. Quico, el mejor presidente de la historia, se lo jugó a cara o cruz. Y ha sido cruz. Otra temporada en Segunda hace imposible que el club respire sin reinventarse. Esa es, sin duda, la peor factura de quedarse a las puertas de Primera, para más inri ante Luisgar, el tercer exgranota que sube junto a Paco y Helguera. Tras una temporada tan complicada, durante muchos minutos se tocó con las yemas de los dedos que volviese el Derbi a la ciudad. Pero después de que se escapara el ascenso directo, la falta de gol en los dos partidos decisivos fue una losa.

Los errores en la planificación y el lastre de las lesiones han sido también un cóctel mortífero. El fracaso es rotundo. Tanto que hoy mismo deberían empezar a tomarse medidas por respeto a una afición que volvió a llenar el estadio. Medidas que empiecen porque el presidente diga claro si se queda o se hace a un lado. Y que sigan, sin ánimo de buscar cabezas de turco, con el adiós de Miñambres, Calleja y una serie de jugadores cuyos sueldos de todas maneras no se pueden mantener. El Levante no debería dejar de ser de Primera aunque juegue en Segunda. Y eso pasa por un análisis profundo y por poner a la Fundación en el punto de mira. Terminó un ciclo.

Que se vayan

Sin ser lo multitudinaria que las anteriores, la manifestación contra Lim fue un mensaje alto y claro para todos aquellos que tienen algo que hacer, en especial unas instituciones en las que se acaba de producir un relevo y desde las que Mazón hizo acuse de recibo. No hay discusión del hartazgo y la desafección. Pero tampoco de que la solución no pasa solo por el alzamiento social. Se vienen muchas curvas. 

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