Otra vez el valencianismo mira al abismo y esta vez sin ni siquiera haber empezado el curso. La sensación es la de haber visto el tráiler de la que apunta a una nueva película de terror. La única tranquilidad, por llamarlo de alguna forma, la genera Baraja con su discurso. Por que mantiene la exigencia pidiendo a gritos fichajes - cinco o seis- para un ataque despojado de cualquier pieza diferencial. Eso y que hasta el míster reconoce que no se puede normalizar el plantarse otro verano más a las puertas de la Liga con un puñado de canteranos y media plantilla por hacer. Sí, la situación económica es dramática, pero es la excusa recurrente de todos los años. Al valencianismo la ilusión no llega ni al Pizjuán. El nivel de hastío con Meriton es insoportable y el Valencia cada vez más pequeño. Habrá que esperar estoicamente al cierre del mercado y cruzar los dedos. Una persiana que se bajará tras tes jornadas. Para este Valencia que viene de donde viene, jugar a la ruleta rusa con nueve puntos es demasiado.
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