Divertirse de vez en cuando

Este Guerra parece alemán de los de antes, una mezcla entre Sammer y Ballack

Javi Guerra celebra su gol contra el Atlético de Madrid

Javi Guerra celebra su gol contra el Atlético de Madrid / Francisco Calabuig

Gauden Villas

Gauden Villas

Lo raro no es que el equipo del pueblo palme por tres cero en Mestalla. Aquí se les ha metido mano con holgura cuarenta veces. Lo terrorífico es que la última vez que se les había ganado estaba tan lejos que el personal ya ni se acordaba. Había que frotarse los ojos al final del partido para creerse que esta vez Correa no le había robado otra cartera a Gayà ni estaba Lato por ahí para marcarse un gol en propia puerta.

Alguna vez se acabará el cuento este del Cholo. Ya le van dando avisos pero el nivel de la Liga está ya tan deteriorado que su corte de palmeros aún aguanta el tipo. En Valencia solo hubo un equipo. Casi se podría decir que sólo hubo un futbolista, este Guerra que parece alemán de los de antes, una mezcla entre Sammer y Ballack, capaz de merendarse a todos los del centro del campo rival. Incluyendo a su homólogo atlético, un chico canterano que quedó aniquilado, ante el pasmo general del todo Madrid, como si fuese un mosquito aplastado por una apisonadora.

Aunque parezca mentira, todavía hay entrenadores que no se han enterado de cómo se las gasta el Valencia 23-24 al contraataque. Es de suponer que Simeone está muy ocupado con otras cosas, comprando camisas y corbatas negras, rodando algún nuevo documental sobre su figura o paseando por el río con su señora, como para, por añadidura, estudiar a los rivales. Y en cuanto surgió la primera ocasión, llegó la vacuna. Estos chicos de Baraja no te dejan en paz porque corren como galgos y enciman como pulpos de discoteca. Si a eso se le añade, como pasó el otro día, un delantero centro de esos típicos del Valencia de toda la vida, a los que les das el balón y ellos solitos se apañan para liarla, tienes la receta para pintarle la cara a cualquiera.

No sería de extrañar que se convirtiera el Valencia en el nuevo matagigantes de la Liga. Una especie de Levante de Paco López, capaz de hacerse con cualquier presa a poco que se le ningunee o se piensen los rivales que a estos se les gana sin bajar del autobús. Los problemas vendrán cuando los rivales desciendan al barro y pongan a un veterano de las guerras carlistas a segar la hierba delante de Guerra. Eso sucederá más pronto que tarde y ahí se verán las costuras típicas de estas plantillas de saldos tebianos y chicos de la casa. Pero que nos sigan dando partidos como este contra el Atlético. Ya que no se puede aspirar a mucho más, al menos que nos divirtamos de vez en cuando.

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