Un equipo que de verdad es un equipo

Sostener a Canós y compañía a las duras y a las maduras es lo que define a este Valencia con hambre. Un enorme orgullo

Foto en el vestuario tras el triunfo

Foto en el vestuario tras el triunfo

Rafa Marín

Rafa Marín

Por un lado, Baraja ha encontrado su sitio en el mundo. Y por el otro, el Valencia a un entrenador de época. No una época de títulos y de gloria pero sí que de coraje, de pertenencia y de llevar el puño en alto para ganar en Vallecas. Y es que, con permiso del golazo de Sergi Canós, la victoria contra el Rayo tiene un sello inconfundible. La marca del Pipo, que si fue condecorado el pasado lunes junto a la Academia en la Gala de Premios SUPER 2023 fue precisamente por esto.

El cierre del añ ha supuesto un punto de inflexión fundamental para marcharse al parón con la pilas cargadas y coger carrerilla para la cuesta de enero. Así que adiós a la mala racha y bienvenidos sean estos últimos cuatro puntos con los que van casi la mitad de los necesarios para un objetivo que sigue siendo, tal y como recordó el míster antes de los turrones, «sumar lo más rápido posible». Llevar 23 a estas alturas cargando con tantas bajas, tantos problemas y tan pocas expectativas en puertas del mercado es mucho. Muchísimo. Y los tres de anoche llegará el momento en el que haya que valorarlos en su justa medida porque no son cualquier cosa.

Sostener a los Canós y compañía cuando no había otra opción que ponerlos es lo que define a este Valencia que recuerda cada vez más a aquel que décadas atrás resurgió de sus cenizas. Un equipo que se comporta como tal, que seguro que está lejos de ser el mejor posible pero que sí que defiende y siente el escudo como toca. Un grupo de chavales a los que el técnico sostiene a las duras y maduras para que respondan cuando llega su turno. Y una piña donde no sobra nadie.

Absolutamente nadie porque al final todos acaban sumando, ya sea Foulquier, Jesús Vázquez, el revitalizado Hugo Guillamón, el sacrificado Thierry o una pareja infranqueable en defensa como la formada por Mosquera y Diakhaby. Un Valencia del que sentirse muy orgullosos porque tiene hambre. Toda la que le falta, exacto, a Peter Lim. 

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