De San Ildefonso a los Niños de la Academia

El próximo año tiene que ser el de la venta pero hasta que eso ocurra el Valencia sigue estando en manos de Baraja y los chavales

Baraja ha sacado el máximo rendimiento posible de los 'nanos'

Baraja ha sacado el máximo rendimiento posible de los 'nanos' / SD

Rafa Marín

Rafa Marín

Ni Papá Noel ni los Reyes Magos van a cumplir el deseo del valencianismo porque lo que hace falta para que Lim se marche es dinero, no magia. Sin embargo, millones mediante, el año que viene tiene que ser el de la venta. No habrá mayor Gordo que ese en un momento en el que tiene que ser compatible tener un estadio en condiciones para el Mundial y resembrar el futuro para el Valencia CF. Hasta que eso ocurra, eso sí, todas las esperanzas van a seguir depositadas en los niños de la Academia. Ya que para la mayoría los de San Ildefonso no cantaron su número, que al menos los Javi Guerra, Diego López y compañía sigan defendiendo el escudo como lo hacen. Un orgullo del que hay que estar agradecidos a Baraja porque con él sí que nos ha tocado la lotería.

El peso específico del Pipo dentro del club es enorme por mucho que Lim no se haya molestado en conocerlo, algo que habrá quien considere como positivo pero que no deja de ser una falta de respeto más. Igual que en su momento lo hizo con el equipo cuando ocupaba el centro del campo, sobre sus hombros recae ahora en el banquillo una institución a la que alimenta con trabajo y raciocinio en lugar de con gasolina. Si hay alguien consciente de los problemas es él, lo que no significa que no los denuncie donde toca ni que no sea lo suficientemente inteligente como para saber cómo hacerlo. Después de las Navidades se vendrá una cuesta de enero muy dura para la que salvo milagro o salida inesperada no llegarán refuerzos.

Y con la Copa de por medio, habrá que volver a apretar los dientes. Nada que vaya a pillarle de nuevas a nadie. Ni nada para lo que no se haya estado trabajando este tiempo, especialmente en esas facetas donde ha habido una evolución de la noche al día. Sin agobios por abajo ni expectativas por arriba, hay que preparar bien el futuro. Y saber a dónde y a quién apuntar, respetando siempre absolutamente a todas las personas.

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