Como decíamos ayer, el fútbol es una disciplina condenada al ´azar estadístico´. Expliquemos el oxímoron. Aquí todo es posible y lo azaroso admite coyunda con la regularidad. Aquí convive lo casual con lo previsible, la magia con la lógica. De otra manera no se daría que los tres equipos de la Liga representados en la Champions sean los mejores de la historia, según reza la ciencia probabilística.

La tercera vía

Viene esto a cuento del debate sobre la tercera vía. La crónica española del fútbol, la que se teje cada día desde las interesadas atalayas escritas, televisivas o radiofónicas (no existe prensa no interesada, añado) se obceca en marginar, se diría que deliberadamente, al VCF. El fenómeno, que goza de buena salud, se sustancia en los textos explícitos pero también en la construcción implícita de la narración. En la elaboración de las piezas, en el orden de las noticias o en la edición de las imágenes.

Culpables no lejanos

Los culpables no están en desiertos lejanos ni sólo en el rompeolas de las Españas. El dislate también obedece a la atávica falta de orgullo, de los de aquí, a los frecuentes dilemas fraticidas, al consabido carácter mollar del valenciano y a la falta de pericia de los voceros elegidos, huelgan ejemplos. Hay más. En la temporada con mayor cupo de equipos valencianos en la máxima categoría podría esperarse una ´renaixença´ de nuestro fútbol. Conténganse los entusiastas. Lo del ´fútbol valenciano´ es una quimera en la que no creen ni los que la jalean. El discurso no cuela.

Los clubes valencianos

Es este un fenómeno de clubes, de sentimientos y de localismo. Por partes. El VCF, tras la deflación deportiva, jibariza su estructura y vuelve a lo que fue hace diez años. Esto no da para más. Habida cuenta de la ruina existente, meritorio me parece hoy por hoy lo que ha conseguido juntar Manuel Llorente. Tras un inicio ilusionante en Málaga (ojo con las euforias) el equipo aguantará si los jugadores son honrados y el míster no los marea. De nuevo es la zaga lo que flojea. Llega el lituano para vestir el hueco de Alexis. Mejoramos. Ya dio pistas el malagueño un mes antes del traspaso haciendo mudanza. Lástima de chico. Buenas condiciones, neuronas en tránsito permanente. (Y ya que estamos, ¿por qué Marchena juega a lo que sabe en el Villarreal cuando no lo hacía en el Valencia?). En el caso del Levante, Quico Catalán gestiona la miseria con entrañable dedicación. Si le sale bien creeremos en milagros. El Villarreal le come terreno a la crisis del fútbol que vendrá y se corta un brazo antes de que se lo amputen. Veremos como acaba este SPB. Y el Hércules, ay el Hércules. Tres cosas tiene Alicante, sus playas, sus palmeras y el Hércules campeón. A Trezeguet ya lo quiso Carboni para el Valencia pero de nuevo parecen armar una legión de nombres como en los tiempos de Aniceto Benito y el último ascenso. Y así les fue.

Madrid y Barça

Los que nunca decepcionan son Barça y Madrid. El primero porque con Villa se antoja una máquina nacida para ganar, sustentada en el sistema dentro y fuera del campo. Y comunican de cine pues camuflan sus trapisondas económicas como nadie. Y el Madrid porque sigue fiel al victimismo cuando no puede vender fútbol. Mourinho, no se ilusionen, hará funcionar a sus jugadores, pero hasta el momento marearán con la caza del hombre y otras pamplinas. ¿Proteger a CR? A quien hay que cuidar es al sufrido lector para que no sufra según qué portadas.