El verano ha sido aprovechado por el Valencia CF para hacer caja. No tiene otro camino que aquel que indica disminución del gasto y aumento del ingreso y, por supuesto, no malgastar. Se han ido todos aquellos jugadores a los que se les ha encontrado acomodo: Villa, Silva, Marchena, Alexis y Zigic. Por esta razón se han ingresado 88 millones de euros. Para ocupar sus huecos se han invertido, alrededor de 26 millones, en Soldado, Tino Costa, Topal, Aduriz y Stankevicius.

El cambio de caras es importante. La disminución del coste de la plantilla es sensible y el objetivo es el mismo: clasificarse para la próxima edición de la Liga de Campeones. Si se consigue, un reto que por el momento no parece utópico, habrá que calificar la gestión con un sobresaliente. Se demostrará, una vez más, que el simple hecho de gastar, como nuevos ricos, no asegura la felicidad. Eso sí, quien asume toda la responsabilidad es el entrenador Unai Emery, el primer escudero de los señores que se sientan en el palco.

La autocrítica

El presidente Manuel Llorente, en los últimos días ha declarado que no se arrepiente de los traspasos de Villa, Silva, Marchena… E incluso tampoco se arrepiente de haber vendido a Villa al FC Barcelona antes del Mundial de Sudáfrica. Desde que lo conozco, que es como decir desde que se incorporó al Valencia de la mano de Paco Roig, nunca le he oído arrepentirse de algo ni proceder a una saludable autocrítica. Todas sus decisiones llevan el sello de la eficacia y del éxito, según él, claro. En los últimos 15 años ha sido testigo del paulatino endeudamiento del club, sin caer en la tentación del arrepentimiento, por alguna de las gestiones realizadas. Además, si ahora manifestara que se arrepiente del traspaso de Villa, Silva, Marchena… entonces, sería para preocuparse, aún más si cabe, sobre el futuro del Valencia.

Sobresaliente

Uno de los últimos movimientos protagonizados, por la secretaría técnica del Valencia, ha servido para conseguir los servicios del defensa lituano Marius Stankevicius que llega cedido por la Sampdoria. Se trata de una excelente incorporación y sólo con mantener el nivel demostrado, en el pasado ejercicio en el Sevilla, su paso por el Valencia será más que rentable. La solvencia con la que se desenvolvió en el club andaluz es digna de ser elogiada.

La negociación que ha hecho el club valencianista, para conseguir al citado jugador, hay que calificarla de sobresaliente por cuanto ha sido la consecuencia de desprenderse, —es decir, de ceder al Levante UD—, de dos jugadores del perfil de Nacho González y Del Horno. Sigo sin entender cómo el club levantinista ha apostado por estos dos profesionales. Y me pregunto porqué el Levante UD, por ejemplo, con los 600.000 euros que debe abonar al Valencia, no lo hizo por conseguir a Stankevicius.

La incógnita Manuel

El portugués Manuel Fernándes cumple su cuarta temporada en el Valencia y sigue siendo una incógnita. Se ha pretendido cederlo al Málaga, pero el centrocampista prefiere seguir en Mestalla lo que ha producido desasosiego. Desde el club se le pide que se implique en el proyecto y demuestre, de una vez por todas, que es un jugador apto para el equipo. La situación me resulta infantil por ambas partes: el club, a estas alturas del viaje, no está para pedir sino para exigir y tomar medidas con aquellos profesionales que con su rendimiento no se ganan el jornal que perciben. Y al jugador se le han acabado las excusas y no puede estar mareando la perdiz de la forma que lo ha hecho en los pasados meses. Este tipo de comportamientos son los que contribuyen a que la deuda del club se haga insoportable. En consecuencia, tengan que salir al camino, las instituciones públicas o las financieras controladas por los políticos para dar oxígeno. Si estas entidades se movilizaran con la misma rapidez para atender a las familias que poseen grandes dependientes, por ejemplo, la sociedad sería más justa. Al menos, así lo pienso.