Parece ya cansino repetirse sobre la FIFA, pero cuando uno sabe que es un organismo que controla desde las transferencias (véase el caso De Gea), los menores (véase la sanción al FC Barcelona), los derechos de terceros (prohibidos desde el 1 de mayo pasado, pero en pleitos por la Liga española entre otros), los agentes (ahora intermediarios desde el 1 de abril), etc€ no tenemos más remedio que echar un ojo a cada paso que va dando.

Esos pasos parecen los de un baile de salón, con uno para adelante y dos para atrás, a veces en círculo y, la mayoría de las ocasiones, no siguen la música€ Viene a cuento porque el Señor Domenico Scala, gran jefe del Buen Gobierno (así con mayúsculas) de la FIFA, no tiene quien le escriba o mejor dicho, no tiene a quien hacerlo.

Debe vigilar ese buen gobierno y para eso se le nombró, pero tiene pinta de ser más un cargo nominal que otra cosa y, en vez de dar su opinión a la propia FIFA, que parece no escucharle, ha dado una conferencia en la que ha puesto sobre la mesa los ocho puntos que cree necesarios para que, al menos de momento, este organismo opaco pueda serlo un poco menos.

También es cierto que se le ha nombrado un competidor, el Sr. François Carrard, que tendrá competencias también de vigilancia sobre la ética en la FIFA y esa bicefalia, aunque sus cargos sean distintos, no parece del agrado del primero.

Y, cogiendo sus 25 páginas, que no son muchas después de todo lo que se ha escrito sobre los desmanes fifescos y la aventura legal emprendida por el FBI, se ha puesto en un atril y ha desgranado esos puntos que, según él, deben ser puestos en marcha. Sin embargo, dice no haber hablado aún con el presidente Sepp Blatter, no sabemos si por miedo o porque a éste le quedan ya cuatro telediarios (hasta el 26 de febrero de 2016).

Sea por una causa o por otra, el bueno de Domenico nos dice que se debe, por lista e importancia según él, realizar los siguientes cambios. El primero es uno que creía yo que ya existía y no es otro que las federaciones nacionales y las confederaciones tengan un control de integridad. No dice, sin embargo, si deberá efectuarse internamente o por medios externos, aunque lo adecuado sería que viniera de fuera.

Lo segundo es que haya un límite a los mandatos, lo que se viene reclamando desde hace tiempo. No es tan radical como para que sean solo dos, es decir un máximo de ocho años, sino de tres. Aquí se aplicaría tanto al presidente, a los miembros del comité ejecutivo, al secretario general y a los miembros de los distintos comités de FIFA. Está bien, pero me pregunto por qué no ha solicitado, tal y como lo hace para el control de integridad, que se aplique también a las federaciones nacionales, miembros de FIFA.

Esto sí sería un revolución. Y ya que FIFA impone muchos de sus criterios a sus miembros, extraña que no se haga aquí€ El tercer cambio sería en las elecciones, ya que propugna que los miembros del comité ejecutivo sean elegidos por el congreso de FIFA y todos sus miembros, y no por las federaciones y confederaciones, lo que daría un síntoma de democracia mayor.

El cuarto puede hacer daño en algunos sitios, ya que se pide que se conozcan públicamente los salarios y otros emolumentos que se perciben en FIFA. El quinto es más un brindis al sol, ya que pide, nada más ni nada menos que «menos burocracia». Esto es lo que querríamos todos, pero no solo en FIFA€

El sexto, también es un alarde más que otra cosa, porque pide más y mayores estándares de calidad, profesionalidad, etc€ en la FIFA. No habría que pedirlo porque, como al soldado el valor, se le supone esto también. Si lo pide es que, y después de la redada de Zurich por el FBI lo sabemos, no existían y siguen sin existir.

El séptimo tiene que ver con la Copa del Mundo, que es la joya de la corona de FIFA. Se pretende que ningún candidato a organizar un Mundial pueda poner dinero en proyectos futbolísticos fuera de su propio país, con el fin de evitar que haya prebendas por votos, o eso creo, sino tampoco tiene sentido.

El octavo y definitivo es de orden organizativo y pretende dividir el comité ejecutivo en dos, con el primero creando y dando poder a una dirección ejecutiva, que llevaría el día a día. Es un buen intento si se permite que la FIFA sea más profesional.

En definitiva, no son siete enanitos sino ocho, o siete y una (no tanto) Blancanieves, que pretende el Sr. Scala. En la convulsión que vive ahora FIFA, todo cambio será positivo aunque no lo parezca, pero habrá de dejarse en manos del nuevo Presidente, que llegará para marzo del 2016€ Mientras tanto, sigamos atentos porque, como he dicho, la FIFA es nuestro Gran Hermano, aunque el FBI le haya dado una vuelta de tuerca. Para finalizar, recomiendo la película argentina ´El Clan´, donde toda una familia que parece ´normal´ se dedica a extorsionar y a torturar€ y más, a empresarios. Y no va con segundas.