El Valencia CF es aquel niño que se quedó con las ganas de ver a Wilkes en Mestalla mientras leía sobre la delantera eléctrica en una cama de hospital, el mismo que poco después sí pudo disfrutar en el estadio de Waldo y Pasieguito». Es una de las frases con las que termina el artículo que escribí con motivo del Centenario. Días más tarde, a punto de acabar de comer, mi padre me dijo: «También vi a Mañó». Serio -diría que enfadado- porque el 18 de marzo olvidé mencionar a 'Manyonet'. Al poco rato se levantó de la mesa, se encerró entre los secretos de la habitación y no tardó en volver al salón con el mayor de sus tesoros en las manos. Una fotografía dedicada de puño y letra por Daniel Mañó, extremo derecho e ídolo del Valencia CF en los 50'. «A Pascual Calabuig, con simpatía y afecto».La magia de la radio

Por entonces, los aficionados más pequeños solían mandar cartas a los clubes solicitando el autógrafo de las estrellas del equipo. Para un fanático del fútbol -en especial del Valencia- que tuvo que pasar buena parte de su niñez en un sanatorio, la radio se convirtió en una puerta mágica que le acercaba a Mestalla cuando físicamente no podía. Las imágenes de Badenes y Mañó, apoyadas sobre la mesita, transformaban en positivo el día a día. Sobre todo, aquella tarde del 20 de junio de 1954 con la oreja pegada a un viejo transistor. El Valencia volvía a ser campeón. Dos goles de Fuertes y uno de Badenes, el goleador infalible, dieron la Copa a los valencianistas ante el Barça (3-0) en un estadio de Chamartín poblado hasta la última bandera con más de 100.000 personas en la grada. Cada vez que le echa un vistazo, la foto de Mañó ayuda a mi padre a retroceder hasta la alegría de esos días en los que las noticias radiofónicas hablaban de una plaza del Ayuntamiento tan abarrotada como no hace demasiado tiempo. El mismo viaje al pasado que el domingo experimentaron los valencianistas más veteranos presentes en Mestalla mientras veían fundirse en un entrañable abrazo al extremo de Sueca, a sus 87 años, con Roberto Gil, capitán del Valencia en los 60.

Acto sagrado

No hay futuro sin respeto al pasado. La aparición en la emotiva escena del Centenario de Daniel Mañó, único superviviente de la Copa del 54, quedará en la memoria como el acto más sagrado de los hechos para conmemorar los 100 años de vida del club. El culto a la historia revive el presente y tiende puentes hacia el futuro. Quien borra su pasado, mata sus raíces y destroza las conexiones entre generaciones y generaciones de valencianistas. Mañó, jugador de club durante 12 años y campeón también de las Copas de Ferias 62 y 63, es el mejor ejemplo que existe. Hablando de los regates imposibles de Mañó el valencianismo se realimenta y el Valencia CF se engrandece.

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