El escándalo, que ha dejado estupefactos a los aficionados al deporte en las Islas, ocurrió en el mes de abril, pero no ha sido hasta ahora cuando la prensa británica ha destapado el escándalo.

La historia no tiene desperdicio. Tom Williams, jugador de los Harlequins, equipo de rugby que milita en la Guinness Premiership inglesa, durante un partido contra Leinster, ingirió una cápsula que al entrar en contacto con la saliva libera un líquido similar a la sangre y que se puede encontrar en cualquier tienda de artículos de broma. En ese momento, todos pensaron que el jugador sangraba verdaderamente, y los árbitros autorizaron el cambio.

La normativa del rugby permite sustituir a un jugador que sufra un corte desde el cuello para arriba aunque ya se haya agotado el cupo de cambios, como era el caso de los Harlequins.

Nada más conocerse la trampa, la ERC (la Federación Europea de Rugby) ha tomado cartas en el asunto y ha sancionado severamente a los implicados.

Williams volver a jugar hasta julio de 2010. Además, el entrenador Dean Richards, que fue despedido por los Harlequins, ha sido inhabilitado por tres años. Por último, Steph Brennan, uno de los médicos del equipo, también hoy fuera de los Harlequins, no podrá ejercer su profesión durante los próximos dos años. A las sanciones individuales hay que añadir una al club, que deberá pagar alrededor de 250.000 euros.