Las finales de la Copa Diputació de València sacan a la luz una realidad palpable en la escala i corda actual: el recambio de las figuras de la actualidad está garantizado. La evidencia se empieza a ver en la máxima categoría, que ha encumbrado a Puchol II, de sólo 22 años.

El de Vinalesa se ha confirmado en un campeonato en el que ha estado perfectamente acompañado por Dani, pero en el que ha tenido un papel protagonista, como corresponde a los dos miembros de una pareja en una competición en la que también había tríos. Precisamente contra un trío se proclamó campeón el viernes. Y en una partida pesada, en la que tuvo que sujetar al equipo dentro de la final hasta los últimos juegos.

Si se echa la vista un poco más atrás, en algunas de las competiciones de promoción de la Copa Diputació, los pilotaris del mañana hacen pensar en un futuro esplendoroso. Los aficionados alucinaron una vez más con el juego de los más jóvenes. Son chavales que rondan los 18 años, y que se han criado en escuelas bien estructuradas, que han trabajado las dos manos y todas las pegadas, y que tienen una formación que antiguamente era inimaginable.

Causa admiración el juego de Francés, que a pesar de su juventud, juega como un veterano. El de Petrer tiene siempre el golpe preciso para cada situación. Cada decisión suya dentro del trinquet es una pequeña lección de lo que se debe hacer ante cada adversidad que plantean los contrarios. El alicantino ya alterna con los grandes y, si nada se tuerce, no tardará en alcanzar la élite.

También en la Copa 2, Jordi, su compañero, ha cuajado un gran final de campeonato, mientras que en el equipo contrario también ha gustado el tándem Ferrer-Guillermo. El resto zurdo de Llíber sigue creciendo, mientras el mitger de El Puig posee una potencia de brazo y unos recursos ilimitados que, si es capaz de dominar, le harán subir como la espuma.

Más que promesas

Hay una generación joven que quiere dominar la pilota actual, otra que viene por detrás, y todavía hay un futuro a más largo plazo, el que encarnan pilotaris como Lluís de la Vega, campeón de la Copa Promeses. El de Almussafes dominó la final del viernes con sapiencia y aguantó las embestidas de otro fenómeno en ciernes, Kevin de Borriol. Estos campeonatos de promoción hacen crecer la esperanza en el futuro de este deporte.