En situaciones así se hace virtud, aunque el refrán que mejor le va al Levante UD es uno en desuso pero que define mejor el marrón que se le vino encima al dormir provisionalmente en puestos de descenso antes del partido contra el Betis: «La necesidad hace a la vieja trotar». Empezando por la expulsión de Rochina el día del Espanyol, del contexto más desfavorable de toda la temporada se ha terminado sacando una ventaja competitiva. En inferioridad numérica y a lomos del empuje de una plantilla a la que se puede achacar falta de aptitud defensiva pero no de actitud, el equipo recuperó el equilibrio. Y obligado a prescindir del bastón que es su trivote de peloteros, SuperLópez volvió a dar con la tecla con un planteamiento perfecto. Habrá quien diga que también el único, pero aun reconociendo que Vukcevic hizo su mejor servicio como granota, la euforia no debe impedir ver el bosque. Ni ahora ni de cara a la puesta en escena de las sucesivas jornadas ni cuando con la permanencia en el bolsillo haya que pasar a limpio el borrador del futuro. En un club que viene de haber vivido los mejores años de su historia con saldos y rebajas, en el que a los agentes incluso se les dejó de pagar el hotel cuando venían a València, es inconcebible que se despilfarren más de 20 millones en fichajes sin comprar a un mediocentro con despliegue en dos mercados ni a un central de jerarquía en cuatro. En la 15/16 fue por accidente, pero esta vez un descenso con el mayor presupuesto de la historia sería, y menos mal que no va a serlo, una negligencia. De tirar las campanas al vuelo nada de nada porque demasiadas envainadas van ya, una detrás de la otra, pero bienvenido sea al menos el susto de haberle visto la cara al lobo después de tanto tiempo asomándole las orejas. Quedan cuatro balas y hay que estar con el míster cuando dice que el Levante, aunque sea el Barça, no está para desperdiciar ninguna. Adelante, pero con cabeza. La final no es hoy sino con el Rayo el siguiente sábado. Y en el peor de los casos quedarán dos tiros en la recámara.

Los futbolistas y el escudo

Dwamena, segundo fichaje más caro al que se ha visto cuatro ratos, es un activo y aunque juegue poco y mal, reventarlo es tirarse piedras contra el tejado. El tiempo ha demostrado que también lo fue con Jason, para más inri el quinto en minutos. El escudo, por encima de los futbolistas.

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