Está el Valencia, por si no tuviese con el VAR y la Federación suficientes frentes en los que seguir liado a tiros, como para exponerse también al fuego amigo, justo el que se ha desatado a cuento de Diakhaby y cuyos disparos todavía resuenan, en especial después del enigmático mensaje con el que Kondogbia ha sembrado la sospecha sobre todo aquel candidato que en clave interna encaje en la descripción de lo que para él es un traidor, «una serpiente que pica y se esconde».

Las crisis de este tipo no las produce nunca un comentario, por insidioso o en este caso falso que sea, sino la manera en la que se gestionan. Y la imagen que queda de todo esto, más allá del cuadro y hasta de la reunión de César y los capitanes, es que hay algo que no está bien y lo de menos ya es que es que ese algo o alguien sea Diakhaby, al cual por cierto le faltó tiempo para pegarle un meneo a Celades en L'Equipe. La cuestión no es que el central llore con las correcciones de su entrenador, que tampoco sería ninguna vergüenza si fuese verdad porque también los profesionales son personas y más aún los que se exponen por la presión a un torbellino de sentimientos. El problema es que la imagen haya resultado tan plausible y ahí es donde hay que mirarse al ombligo.

Durante todo el confinamiento se puso especial esmero en cuidar a un jugador al que se sabía psicológicamente tocado y que a las primeras de cambio no sólo ha desaparecido del mapa sino que además se llevó un tirón de orejas público no de boca de Pichi Alonso sino de la de Celades. Para que los demás te respeten lo primero que tienes que hacer es respetarte a ti mismo y por supuesto poner en valor a los tuyos. La marca de un equipo es también cómo te ven los demás.

Cobertura de Champions

Los clubes hoy en día atesoran un poder omnímodo y controlan al milímetro la comunicación que sale de sus entrañas, en especial la de los futbolistas. Sin embargo, cuanto más aprietan el puño, más ruido hace todo aquello que se les escapa, de los posts en redes como el de Kondogbia al protocolario mosqueo de Guedes cuando el cambio del otro día o el desliz de Rodrigo, equivocado de plano porque nadie está tirando las campanas al vuelo por cómo se le ganó a Osasuna.

Son anécdotas y no deberían pasar de ahí, pero hará bien el Valencia en centrarse en lo importante y dejarse de disparos en el pie y errores no forzados. La suerte es que, al contrario de lo que suele ocurrir, los resultados son mejores que las sensaciones y a falta de ocho jornadas, incluso pese al intenso fuego enemigo, se mantiene la cobertura con la zona de Champions.

Éxito en Málaga

Mientras que en La Nucía no fue posible superar la frontera que separa el objetivo de la permanencia de la aspiración a pelear por Europa, en Málaga se grabó un episodio histórico para el Levante con la victoria del equipo de fútbol sala sobre el Barcelona Lassa, encima con una épica remontada (2-3). Los de Diego Ríos, que sí han sido capaces de destrozar su techo, están a un paso de jugar por el título de liga en su segunda participación en los play-offs por el título. Otro proyecto que continúan creciendo en València.

Otras opiniones de Rafa Marín