El entrenador del Valencia es el único del mundo con el que no procede la pregunta de si teme por su puesto, al menos mientras su espantada siga estando tan cerca en el tiempo. Cuestionarle por su continuidad sería lo más lógico después de siete jornadas con cuatro derrotas, las tres últimas consecutivas y una imagen tan lamentable como la de la primera parte contra el Elche. Sin embargo, ya se sabe que la lógica brilla por su ausencia en los bodrios que Peter Lim construye con sus escalofriantes decisiones, tanto cuando las toma como cuando las omite. Por culpa de Lim está el Valencia como está, de veneno hasta las trancas y con el remedio que era Javi Gracia convertido en enfermedad.

El paso de los días sigue demostrando hasta qué punto ha sido otra genialidad, por este orden, dejar que los técnicos escogiesen al entrenador para inmediatamente después volver a orillarlos, potenciar el estrés alrededor de esa disension en lugar de rebajarlo y después de explotar la bomba hacer como si aquí no hubiese pasado nada. Es insostenible. Gracia no solo ha dimitido de puertas para adentro sino que lo ha hecho con pelos y señales del cuándo, el cómo y el porqué.

Cuando anunció que se iba es porque ya lo había hecho y desde entonces ni ha vuelto ni por lo que dice y cómo se comporta parece que en sus planes esté hacerlo. Por eso no reculó cuando se lo pidieron los capitanes. Por eso no frenó cuando en sus ruedas de prensa cogió carrerilla. Por eso hay un socavón entre sus gestos de hartazgo y el discurso con el que se pone delante de la plantilla. Por eso está de más la pregunta sobre su puesto, lo cual no quita para continuar planteándole otras cuestiones. De algunas sí que tiene toda la culpa, de otras está bien claro que la responsabilidad es como mínimo compartida con unos jugadores que no pueden irse de rositas y sobre todas las demás, que a la postre son sin duda la mayoría, huelgan comentarios.

Algunos tics de Celades

Gracia es otra víctima, pero eso no lo exime de las consecuencias de su espantada. No fueron pocos los pronósticos sobre su brevedad, pero nadie se esperaba este trayecto. Actuaciones como la que se marcó el equipo en la primera parte con el Elche no cuadran y van más allá del once, el invento del doble lateral o la oportunidad perdida de los cambios. Ha pasado tan poco desde Celades que todos tenemos frescos los síntomas. Por mucho que lo empujaran, que lo hicieron, Gracia se bajó en marcha y ahora es absurdo pretender que sea un líder como el Cid atado a la silla de Babieca. Ya nadie gana batallas después de muerto.

Leer más opiniones de Rafa Marín