Podemos poner los paños calientes que queramos, pero el temblor en el Levante UD está garantizado con un mal resultado este mediodía ante el Getafe. Otro tema son las consecuencias. No las sabemos, solo se intuyen. Así que ojalá se gane y no haga falta medirlas. Paco López, a quien apunta siempre el primer dedo, lo advirtió claramente ayer: «Me siento respaldado pero esto es fútbol y no soy tonto». En efecto. Lo mismo que Paco tampoco son tontos los demás a bordo de este barco. Todos tienen claro que con el rumbo de una sola victoria no hay otro destino que el naufragio. Por eso apretaron los dientes como lo hicieron con una sentada en el vestuario antes de Pucela y no han aflojado desde entonces. Se ha notado hasta en los entrenamientos, aunque donde importa es en los partidos.

No son dos días ni tres los que llevamos manteniendo que el entrenador ni está cuestionado ni lo contrario. Casi siempre ocurre así, en todos sitios. Cuando hay un míster jugándosela, los responsables de su futuro adoptan respecto a él una posición equidistante entre mantenerle el respaldo o darle la espalda. Una impostura para que pase lo que pase no se note. Sin embargo, el problema en realidad está antes que en los resultados en la confianza. Ya no es la que era ni volverá a serlo aunque se gane.

Paco no es un entrenador al uso en Orriols, donde tanto bien ha hecho y tanta cota de poder se fue ganando a pulso. Nadie ha sabido entender como él a una plantilla que cuando la cogió no valía ni de lejos lo que ahora. Cierto que ha mimado a muchos jugadores, aunque no a todos ni por igual. Pero eso que se ve ahora como un defecto ha sido también una virtud. Que se lo digan a Campaña, el ejemplo perfecto de esa bipolaridad tan pacolopecista y cuya baja por lesión dará pie de aquí a que vuelva a muchas lecturas. La bola de nieve hay que desactivarla. Paco es el mejor entrenador para este equipo y eso lo saben hasta los que con todo el dolor de su corazón tendrían que decidir que dejase de serlo.

El meme de las redes

Hay un meme que circula en las redes sociales de tanto en tanto con tres colas: una abarrotada con los que critican, otra despoblada con los que proponen y una desierta con los que hacen. Es una pena que sirva para ilustrar el estado de la oposición a Meriton, que ojalá por cierto no se diluya. Aunque sea a nivel social, es necesario un contrapoder. Otra cosa es que el salvoconducto no esté en lo que sobra sino en lo que falta, el abismo entre la voluntad y el dinero. Y que nadie se olvide de que esta semana es en lunes el partido.

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