Conflicto en Oriente Próximo

Una española en Tel Aviv: "En Europa estamos ciegos"

Una joven que vive en Israel desde hace ocho años asegura que solo se muestra "una realidad parcial"

"Los judíos siempre somos los malos de la película", dice una israelí residente en Zaragoza

Eva García

A las tres se les entrecorta la voz en muchos momentos de la conversación y en ocasiones callan para llorar. A las tres les une que en estos momentos viven en Zaragoza y que su mente y su corazón están en Israel. Mar Gimeno es zaragozana pero reside en Tel Aviv desde hace ocho años; Elena es hija de una aragonesa y un judío de origen húngaro y llegó a Zaragoza cuando tenía cinco años; y T. (no quiere dar su nombre) es israelí y lleva muchos años en la capital aragonesa. Aunque las tres tienen familia en Israel, la de T. vivió de primera mano el ataque de Hamas del sábado, ya que vive en uno de los kibutz atacados y sus allegados han sido evacuados. "Ya sé quién está vivo o muerto o quién secuestrado", aunque todavía falta por localizar a alguno, explica con dolor. En Aragón no hay registros de cuántos israelís viven; pero son medio centenar los pertenecientes a la comunidad judía, entre israelí y judíos.

"En Israel nos preocupamos por los nuestros, por que mueran menos civiles", dice la israelí

El mensaje que lanzan es de tristeza y "preocupación" por la escalada de violencia que se vive y por la imagen que se da del país, ya que creen que existe "incomprensión" porque se da una imagen parcial de lo que se vive allí. "En Europa somos ciegos", reconoce Mar, quien también tenía esa imagen parcial cuando llegó hace ocho años. "Mucha gente no entiende lo que sucede hasta que habla conmigo", señala.

Más vehementes se muestran Elena y T. La primera señala que "la gente de Israel y los judíos siempre somos los malos de la película y cuando nos atacan a nosotros da igual", mientras que la segunda se queja de que tras el ataque del sábado, ahora ya solo se habla de las bajas palestinas y de que España "no lo condenó".

Llamados a filas

Las historias de estas tres mujeres son diferentes, aunque ahora les une una pena que les entrecorta la voz cuando hablan de cómo "han vuelto a llamar a filas a los más jóvenes", explica Elena, que recuerda la frase de un sobrino, para quien lo más duro "no es morir sino tener que disparar". También los sobrinos de T. están en la misma situación y le cuentan "historias horribles". No podrán olvidar las imágenes que han visto de cómo los terroristas de Hamas entraron en un festival y "se dedicaron a disparar", entraron en casas y "cortaron cabezas. Son historias horribles, de un odio total, una barbarie", asevera T., que reconoce que las familias "agradecen desde allí que estemos pendientes".

En el caso de Mar Gimeno es su marido –y sus tres hermanos– quienes han sido llamado a filas. Ella vive en Tel Aviv, donde llegó por trabajo y se casó con un israelí. No vivió el ataque del sábado, que provocó más de 800 muertos, casi 300 en un festival, sino que estaba de vacaciones en Grecia y les pilló en el aeropuerto para coger el vuelo de vuelta. Ella no se subió al avión. "Fue un viaje muy largo" hasta que el domingo aterrizó en Zaragoza, pero todavía está "en shock". Su marido no dudó en embarcar. "Son muy patrióticos y están acostumbrados", asegura. Para esta zaragozana no es la primera vez que vive "operaciones con misiles" en las que se ha tenido que proteger pero la de esta vez... "no tengo ni palabras", explica, antes de añadir que en esta ocasión "no fue una invasión terrestre en la que se enfrentan con el ejército sino que han matado a civiles, gente mayor, jóvenes que estaban desarmados, que estaban en una fiesta, por no hablar de los rehenes que han secuestrado. Es todo terrorífico y de una crueldad impresionante".

En ese odio también hace hincapié Elena y en los comentarios que se oyen contra Israel. "Ataques al país son continuos", dice, y añade que "como hay pocas víctimas no se cuenta". Y es porque en Israel cuando suenan las sirenas la población va a los refugios. Cuando "haces eso, te cambia la visión de las cosas", señala Elena. Se muestra dolida porque a ella le han dicho que Israel "gana por goleada" en cuanto a víctimas mortales, "cuando se mata a uno, duele" y además, "no se dan cuenta que la visión de Israel es la de defender a su población".

En Israel "tenemos un gran defecto y es que nos preocupamos de los nuestros, por que mueran menos civiles, pero siempre se habla de los palestinos", dice con rabia T. Para ella, también hay mitos que desterrar y es que en Gaza "está la gente hacinada" cuando no es cierto y cuando se dice que están sin luz ni agua, pero es "porque utilizan en agua de Israel, pero no sobra". Por eso pide que se estudie la historia y ver los tratados de paz propuestos y por qué no han fructificado. "Israel tendió la mano pero desde el lado palestino no se hace y uno se cansa de ser el bueno", dice. Y añade: "El antisemitismo sigue muy vivo".

Mar Gimeno: "Es un país abierto, no sé cuando volveré pero mi casa está allí"

Las tres mujeres destacan que la convivencia entre culturas en el país es "aceptable". Mar, que vive en Tel Aviv, explica que el día a día es "el de cualquier ciudad europea, un lugar costero, una ciudad supertecnológica y, exceptuando si hay un conflicto específico, te sientes seguro", señala, aunque puntualiza que ella vive en el centro del país. De hecho, "la mayor diferencia entre vivir aquí y allí, es que en Israel trabajo de domingo a jueves" en vez de de lunes a viernes, explica. La familia de Mar está "aliviada" de que ella esté aquí y de momento no va a regresar pero lo hará porque "mi casa está allí"; y también su trabajo, aunque ahora puede teletrabajar. En su oficina 2no hay conflictos por países o por religión" y todos conviven sin tener en cuenta el país de origen.

País multicultural

También T. y Elena destacan esa multiculturalidad y el respeto. "El 25% de la población no es judía" y en las playas hay "biquini, triquini y de todo", señala Elena, pero "esa no es la imagen que se ve de Israel.

En cuanto al futuro, T. asegura que "mientras las madres palestinas odien más a los judíos que aman a sus hijos" no acabará esta guerra. Recuerda que ella nació en un kibutz al lado de la franja de Gaza y "y hasta el año 2000 no había frontera. En mis cumpleaños íbamos a comer a Gaza y en su boda (la primera) de los 150 invitados, 30 eran palestinos. No hay odio sino política", una idea que reafirma con la frase de que hay dos millones de palestinos y 5.000 son extremistas". Para Elena, la población palestina "es prisionera de sus líderes", para asegurar a continuación que ella no culpa al pueblo porque "siempre paga el pueblo". Pero también se pregunta "¿A qué pueblo palestino se defiende? ¿Al oprimido o al que cuelga a una persona por ser gay? ¿Al que no le dejan protestar? ¿A aquél que promueve la lucha de clanes?".

"No podemos ver a Oriente con los ojos de Occidente, ni con ojos de paz un país en guerra", afirma Elena

Lo que está claro es que "el sufrimiento creado durará para generaciones", señala. Elena cree que "se intenta ver a Oriente con los ojos de Occidente y no se puede comparar; y tampoco ver con los ojos de la paz a un país que está en guerra". Otro error es "no condenar el ataque a Israel". La zona, ahora,

con cada vez más países implicados.