Investigación

El detenido por matar al canónigo de Valencia había anunciado a su familia que se iba fuera

La Policía Nacional cree que el sacerdote captó a Miguel V. N., de 40 años, en la calle, como al resto de hombres en situación de vulnerabilidad a los que llevaba a casa para mantener relaciones a cambio de dinero

El acusado había ocultado por vergüenza su desesperada situación económica

Teresa Domínguez

El hombre de 40 años detenido el miércoles como presunto autor del homicidio del canónigo emérito de la Catedral de Valencia con quien tenía una relación sexual a cambio de dinero y cobijo había anunciado a su familia que tenía previsto irse a trabajar fuera. Miguel V. N., natural de Perú y que llevaba en Valencia desde 2022, cuando vino para unirse a familiares suyos que ya residían y trabajaban en esta ciudad desde hacía tiempo, habló por última vez, a través de mensajería instantánea, con sus parientes este martes por la mañana, justo cuando acababa de descubrirse el cuerpo de Alfonso López Benito, el sacerdote presuntamente asfixiado por él.

Su familiar, que ha conocido la detención y la presunta implicación de Miguel V. N. en el homicidio por Levante-EMV, del Grupo Prensa Ibérica, le había hablado para invitarle a pasar el fin de semana con ellos. Su respuesta fue declinar esa invitación con la excusa de que "era muy precipitado y que le había salido un trabajo para el fin de semana que le obligaba a irse fuera". Ajenos a lo sucedido, a su modo de vida e, incluso, al asesinato del canónigo, no sospecharon nada, pero ahora apunta a que estaba pensando cómo huir.

Pasó el fin de semana con sus parientes

"La última vez que lo vimos fue precisamente el fin de semana pasado, que lo pasó con nosotros, en casa", afirma la pariente del acusado, que no da crédito a lo sucedido y no entiende "qué le ha podido pasar por la cabeza o en qué situación se ha visto para hacer algo así. Es una persona totalmente tranquila, que nunca se ha metido en líos, ni aquí, ni en Perú. Es como una pesadilla...".

Miguel V. N. llegó a casa de sus familiares el sábado. Lo recogieron en la parada de metro, se quedó a dormir y el domingo les preparó "un ceviche para todos. Hablamos horas, porque lo vimos más decaído de lo normal, pero nos dijo que estaba bien, que no le pasaba nada". Tras la comida familiar, el marido de la pariente del acusado lo llevó nuevamente al metro. Y ya no volvieron a verle.

Sin trabajo y sin casa

Para su familia, Miguel V. N. tenía una habitación alquilada en un piso del barrio de Torrefiel. No era cierto. Seguramente lo inventó para ocultar a los ojos de los suyos que no tenía dónde vivir y citó Torrefiel porque es el barrio donde sus familiares van a veces a hacer la compra.

La realidad es que llevaba al menos un mes viviendo y durmiendo en la calle, en situación de absoluta precariedad económica, tras haber perdido su segundo trabajo en dos meses. En situación irregular, no podía optar a un contrato. 

Durante un tiempo, trabajó como pinche de cocina en un bar de Valencia, aprovechando sus amplios conocimientos culinarios. "Tuvo mucho tiempo una cevichería en Perú. Cuando se quedó allí sin trabajo, decidió venirse con nosotros a España, a Valencia, pero las cosas no le estaban saliendo muy bien", explica su familiar.

Acabaron echándolo porque no seguía el ritmo que le imponían. Su familia le ayudó a buscar un segundo trabajo, esta vez como peón de albañil, pero también lo perdió por falta de experiencia.

Perdió dos trabajos en seis meses

Desde que llegó a Valencia, en abril de 2022, Miguel V. N. residió con sus parientes en la vivienda unifamiliar que tienen tras años de intenso trabajo. Fue en julio pasado, después de perder el empleo como cocinero y cuando comenzó en la construcción, cuando decidió independizarse. 

Desde julio, no había vuelto a ver a sus parientes. "Hablábamos casi todos los días por mensajería, pero nunca quería venir a casa. Siempre decía que no podía. Hasta que hace dos fines de semana volvió a venir". Fue el domingo, 14 de enero. El siguiente, el del 20 y 21, también los pasó con ellos. "Comentamos que estaba como desaliñado, como si estuviera yendo a comer a algún comedor social. Le volví a repetir que aquí tenía cama y comida, que somos familia, que yo sé lo que es pasarlo mal, pero él decía que estaba bien y que era feliz viviendo en esa habitación. ¿Por qué nos mentía? ¿Por qué no se dejó ayuda?".

La respuesta más probable es la vergüenza. De hecho, ni siquiera ha pedido que informen a su familia tras su detención. 

Cayó en el ofrecimiento del cura

Tras perder ese segundo trabajo, dejó de poder pagar el alojamiento y acabó en la calle, durmiendo en parques y portales y ganándose algo de dinero como aparcacoches, como el resto de los hombres de entre 20 y 40 años a quienes el canónigo llevaba a su casa con excusas como que les iba a dar 50 euros (aunque, al parecer, les daba mucho menos) por pequeños trabajos, que en realidad se acababan convirtiendo en demandas sexuales –alguna de las quejas de los vecinos surgió tras la precipitada huida de alguno de esos hombres escaleras abajo, tras rechazar las pretensiones del canónigo–.

 Miguel V. N., al parecer, prefirió acabar siendo la última de esas ‘parejas’ sexuales de Alfonso López Benito antes que acudir a su familia y admitir su situación de precariedad. Por alguna razón que no ha querido aclarar, asfixió al cura en su cama y huyó. Ocurrió antes de las once de la mañana del lunes, porque el canónigo ya no acudió a la procesión de San Vicente Mártir, a la que no solía faltar.

Buscó comida y un techo

Se llevó con él el móvil y la tarjeta bancaria del canónigo emérito de la Catedral de Valencia. Con el primero, mandó dos mensajes al portero de la finca de la calle Avellanas haciéndose pasar por el cura para decir que iba a estar fuera hasta el domingo. Con la segunda, buscó lo más primario: un techo donde dormir y asearse y un bar para comer. El pago hizo saltar la alarma en el banco, que alertó al grupo de Homicidios. En menos de media hora detuvieron al sospechoso, que no había huido de la ciudad, ni se había deshecho del teléfono ni de la tarjeta.