Muy mal partido del Valencia Basket y cuarta derrota consecutiva por 63-79 que disparó los ánimos en La Fonteta. El equipo, es un hecho, no termina de funcionar. Falta intensidad, confianza y sobre todo acierto. Algo de lo que el Unicaja supo sacar provecho haciendo las cosas con un mínimo de rigor y seriedad. Preocupante imagen que no hace más que prolongar un desconcertante inicio de temporada y que fue 'premiada' con la primera gran pitada de la grada cuando se lleva menos de un mes de competición.

Ya desde el salto inicial las sensaciones en el Valencia Basket no terminaban de ser demasiado buenas. A pesar del intercambio de canastas y de que la balanza marchaba equilibrada, el equipo mostraba una falta de acierto y dureza preocupante. Dos triples de Thompson pusieron de manifiesto todas esas carencias (9-14; min. 6) e hicieron reaccionar a Ponsarnau. El técnico de Tàrrega sentó a un Brock Motum que no termina de coger su sitio en el equipo y dio entrada a Ndour con el objetivo de empezar a corregir esos detalles que iban camino de costar el partido.

Los locales dieron un pequeño paso adelante, pero ni de lejos suficiente. Ni siquiera con las rotaciones. Los problemas en el rebote, unidos a la falta de acierto exterior e incluso a errores en canastas teóricamente fáciles bajo el aro permitió al Unicaja continuar dominando el encuentro (15-20; min. 10).

Demasiados nervios en la pista, y también en la grada. Malos compañeros de viaje aún cuando un triple de Colom sellaba un parcial de 9-4 que ponía las tablas en el electrónico (24-24; min. 13). Pero el Valencia Basket no estaba para muchas licencias, y así se lo recordó su rival de inmediato (27-34; min. 16). Ponsarnau no tenía más remedio que parar el encuentro y los primeros pitos hacían acto de presencia en La Fonteta. De manera tímida, eso sí, pero que en nada ayudaban a un equipo que comenzaba a pasarlo realmente mal sobre la pista.

Y es que el Unicaja siempre encontraba la manera de castigar a los taronja. Waczynski y Adams hacían mucho daño desde el 6,75, aunque el problema real estaba en la defensa del uno contra uno y las ventajas que se generaban. Algo que el equipo valenciano era incapaz también de compensar ofensivamente, permitiendo a los del Carpena hacer más grande la brecha poco antes de llegar al descanso (36-48; min. 19). Un -12 que, tras mate in extremis de Ndour, se quedó en -10 a la conclusión del segundo cuarto (38-48; min. 20).

Errores y más errores

Los errores fueron en aumento tras el paso por los vestuarios. Labeyrie era ahora el foco de todas las miradas bajo el aro y la desesperación entre los aficionados fue en aumento. Unicaja se dio cuenta de la situación, vio a un Valencia Basket muy tocado y se fue directo a por el partido (42-57; min. 24). Los pitos ahora eran mucho más plausibles tras un nuevo tiempo muerto de Ponsarnau.

Intentó el equipo sacar el orgullo, pero la falta de control sobre el rebote y en otras muchas facetas abortó cualquier intento claro de remontada. Tres tiros libres fallados por Abalde de manera consecutiva tras técnica a Casimiro y una última canasta de cuarto de Jaime Fernández ejemplificaron a la perfección que lo del Valencia Basket es ya más un problema de fondo que puntual (53-66; min. 30).

Pitada

Con este guión de partido el final previsible no podía ser positivo. Así fue. De hecho, hubo muchos aficionados que a falta de siete minutos para el final ya abandonaron La Fonteta profundamente descontentos (55-73; min. 33). Y es que lejos de mejorar, la imagen del equipo continuó diluyéndose en los minutos posteriores producto de la frustración. Los que se quedaron, la mayoría, expresaron su opinión con la bocina final. La pitada, en este caso, fue más que comprensible.