No llegan los resultados y la fortuna tampoco acompaña. Otra vez en la prórroga. El Valencia Basket volvió a caer y lo hizo de la manera más dolorosa posible después de una muy mala primera mitad y una reacción que mereció mayor premio tras el descanso. El equipo, pese a la mala dinámica, demostró en la pista del UCAM Murcia estar con el técnico. Otra cosa será ya lo que decida el club este lunes, donde prolongará la confianza en Jaume Ponsarnau una semana más o por el contrario certificará su destitución tras las dos últimas derrotas. Habrá que esperar a las próximas horas.

Sorprendió de inicio la presencia de Joan Sastre en pista. Un jugador que no había participado nada en las últimas semanas tras su lesión y que salía con al gran objetivo de frenar a Askia Booker. La jugada no le salió nada bien a Ponsarnau, que vio como el escolta norteamericano anotó 9 puntos en los primeros cinco minutos (13-5; min. 5). Pero no era una cuestión del balear, sino de todo el equipo. Faltaba intensidad y la defensa era inexistente. Tampoco en ataque las cosas iban mejor. De hecho, la primera canasta en juego obra de Quino Colom tardó casi cuatro minutos en llegar. En este contexto, dos triples casi consecutivos de Eddie instauraron una máxima desventaja de 13 puntos para los de Sito Alonso (22-9; min. 8).

La imagen del Valencia Basket era descorazonadora. El equipo no funcionaba y, aún tras el primer triple de Vives que sirvió para abrir la lata desde el 6,75 (1/6), el juego siguió sin mejorar. Una sensación elevada a la máxima expresión en la última jugada del cuarto y que se saldó con una absurda pérdida tras un tiempo muerto taronja (24-13; min. 10).

Jaume Ponsarnau, buscando la reacción y algo diferente sobre la pista, dio entrada a Alberto Abalde. La entrada del alero gallego, unida a varios errores ofensivos de un Murcia que echaba mucho de menos a Booker, dio aire a los de La Fonteta. A ello contribuyó en gran medida también la actividad de hombres como Louis Labeyrie, que metieron de lleno a los taronja en el encuentro (30-27; min. 18).

Sin embargo, a falta de dos minutos para alcanzar el descanso los ánimos se caldearon hasta un nivel máximo en el Palacio de los Deportes de Murcia. Todo vino tras un tiempo muerto en el que Labeyrie dio una patada a una botella pequeña de agua con tan mala fortuna que esta impactó en un aficionado.

No fue de forma voluntaria, ni mucho menos, pero el aficionado en cuestión explotó en la grada dirigiéndole a Labeyrie insultos supuestamente de carácter racista. El ala-pívot francés, al escucharlo, explotó en el banquillo y hubo que sujetarle para que no se fuese hacia la grada. La consecuencia de todo esto fue una técnica para Labeyrie y el desalojo de su localidad del aficionado en cuestión.

Lo peor, sin embargo, llegaría poco después cuando las protestas posteriores de Abalde le supusieron dos técnicas y la descalificación cuando estaba siendo el mejor hombre del Valencia Basket. Jaume Ponsarnau no se podía creer lo que estaba sucediendo. Tampoco su equipo, que en un abrir y cerrar de ojo vio como la renta local al descanso se incrementó hasta los 12 puntos -casi todos desde el tiro libre por las técnicas- (46-34; min. 20).

Una sensación que se prolongó tras el paso por los vestuarios. La incredulidad ahora era con respecto a varias decisiones arbitrales prácticamente consecutivas en las que no se señalaron claras faltas sobre Loyd, Vives, Doornekamp€ El UCAM Murcia lo aprovechó para, tras dos nuevos triples de Eddie, mantener a raya a los valencianos en el encuentro (60-48; min. 26).

El Valencia Basket dijo ahí "¡basta!". Contagiados por la energía de hombres como Labeyrie y Loyd, el equipo se puso el mono de trabajo para, desde una buena defensa, comenzar a correr al contraataque. Se trataba de buscar la canasta de la manera más directa posible y eso se tradujo en un parcial de 0-16 que dio por completo la vuelta al choque (60-64; min. 31). Orgullo y carácter.

Comenzó un nuevo encuentro en el que el equilibrio de fuerzas y canastas sería una constante hasta los últimos instantes. El acierto era enorme en ambos conjuntos, la igualdad y sobre todo la tensión. Tanto, que el partido se fue de manera casi irremediable a una prórroga que sólo un último tiro muy forzado de Colom tras robo de Loyd pudo haber evitado (81-81; min. 40).

La igualdad se mantuvo todavía tres minutos más (86-86; min. 43). Pero el Valencia Basket llevaba ya tiempo sin ideas en ataque y Booker, desde más de ocho metros, y luego Eddie dejaron el encuentro visto para sentencia (92-86; min. 44). Pese a ello el Valencia no se dio por vencido y tras dos triples de Doornekamp y otro de San Emeterio aún le quedó al equipo una última posesión de diez segundos para forzar la prórroga e incluso ganar el partido (97-95). Loyd, sin embargo, pecó de excesivo individualismo y la derrota acabó consumándose.