El Valencia CF estaba advertido. El Valladolid de Sergio es una pequeña réplica del Getafe de Bordalás, con menos recursos, con menos calidad, pero con una estructura defensiva similar. Para desorganizar a los pucelanos, para hacerles daño, es importante cuajar una serie de mínimos. Y no se dieron. El equipo de Celades estuvo por debajo de su temperatura competitiva habitual. Ritmo lento con balón, escasa agresividad en la recuperación, intenciones confusas. Todo fueron ventajas para los locales, que hicieron su gol a balón parado. No podía ser de otra manera, dadas sus limitaciones en ataque. Parejo lo advirtió hace unas semanas: «Este equipo no gana a nadie sin correr». La reflexión es básica, pero concreta. Eso es lo que sucedió en Zorrilla.

El Valencia nunca entró en el partido, nunca dio la sensación de estar enchufado. El equipo se quedó frío y ofreció uno de los peores partidos de la etapa de Celades. Lo que normalmente cuesta un toque, siempre se hizo en dos o tres. Las bajas o el viento no son excusa. El retraimiento con y sin balón convirtió al Valencia en un adversario previsible y fácil de defender hasta el 1-0, cuando se conectó por puro orgullo.

Reacción... a puro orgullo

Esa marcha más -ese punto más en acción- puso las cosas en orden y organizó a un equipo hasta entonces desorganizado. Las llegadas se sucedieron, casi siempre desde la derecha, con Ferran buscando un centro ganador. El error llegó en un saque de banda, en el último instante. Parejo la puso de lujo para la carrera de Ferran y el extremo -que pasó por la delantera unos minutos- arrancó y puso un centro de lujo. Era más de medio gol. Manu Vallejo apareció en el área para rescatar un punto con su primer gol como valencianista.

Ferran despide la primera vuelta con cuatro goles y cuatro asistencias; tres goles y tres pases de gol en LaLiga. Números y juego. En el último mes ha tenido impacto directo ante Villarreal

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Partido Real Valladolid -Valencia CF