El inicio del partido del Valencia CF. Los asturianos se adelantaron cómodamente en el marcador dejando en evidencia en esta ocasión -y ya van dos partidos seguidos- a la tremenda y casi indecente fragilidad de la defensa. Los suplentes del Sporting se adelantaron en el marcador y la cara de Marcelino. La fragilidad del Valencia CF en esa acción fue un disparate y gracias a que el VAR estaba ahí para aclarar la jugada polémica, concediendo un gol de Parejo o Gameiro -no tengo claro a quién se lo dio el árbitro- que el árbitro había anulado. Con ese empatito en la primera parte el Valencia daba un paso que parecía decisivo para seguir adelante en la Copa, pero no.

La segunda parte

Tras el descanso vimos dos datos importantes. Saltó Rodrigo en busca de más goles y se quedó en el banquillo RodrigoBatshuayi. Y sí, parecía que el inicio de esa segunda parte iba a ser claramente para el dominio del Valencia y pasó justamente lo contrario. El Valencia, repito, ante una especie de equipo de Segunda B, ofreció una imagen bastante penosa. Vale, sí, teniendo un partido de vuelta en Mestalla era cierto que ese empatito era una especie de seguro, pero este equipo está obligado a ofrecer a su público un poco más de alegría... O algo de alegría.

Cierto cabreo

Y lo cierto es que los aficionados del Valencia CF se sentían incómodos con el duelo e indomodísimos con su equipo. Y esa sensación fue en aumento durante la segunda parte ante un Sporting siempre peleón y luchador. Y pasaban los minutos pero ni Rodrigo. Al contrario, los suplentes de un equipo de Segunda plantaron cara ante este Valencia que sigue demostrando que está lejos de ser un equipo bueno y competitivo. Y me quedo con eso. Hablará Mestalla y Mestalla dará casi seguro la victoria a este Valencia CF, pero la tristeza sigue y la sensación de que este equipo se va rompiendo es más que evidente.

Y el desastre

Y sí, al final de la segunda parte lo que llegó fue el segundo gol del Sporting y ya definitivamente nos quedamos todos con cara de tontos. Y el asunto real es que este Valencia ha pasado de no marcar ningún gol pero por contra encajar pocos, lo que le valía al menos para sumar empatitos, a regalarlos de manera lastimosa y volver a perder, en Gijón como en Vitoria. Marcelino ha quedado realmente tocado y casi hundido. El Valencia no puede dar esta imagen. Al final fue una triste derrota, una más, y una victoria no injusta de un Sporting que se dejaba fuera del equipo titular a casi todos sus titulares. El Valencia empieza a dar serias muestras de una grave enfermedad que parte indudablemente de la mala gestión de Marcelino. Fichajes lamentables y una planificación horrorosa. Y sí, este Valencia da pena y tristeza, mucha tristeza. Y sí, el Valencia fue un equipo melón en el Molinón. Veremos que pasa el sábado con el Valladolid en Mestalla.