Después de que los rumores propiciaran un cara a cara entre Joaquín Caparrós y Quico Catalán en el que el entrenador le negó personalmente cualquier contacto con el Sevilla, los cantos de sirena alrededor de su futuro han disminuido mucho en los últimos días su volumen.

Y es que lejos de avivarlos se ha llegado hasta un punto en el que, de acuerdo con su entorno y a diferencia de semanas atrás, el utrerano está meditando seriamente la posibilidad de quedarse en Orriols con vistas del encuentro al que ya está emplazado con el Levante. Un cambio de discurso muy acentuado, ya que hasta hace nada la información interna que se manejaba es que su decisión de marcharse no tenía vuelta de hoja y que por ese motivo ralentizaba la hora de sentarse con Quico para valorar su situación.

Aunque públicamente nadie se pronuncia ni está dispuesto a correr el riesgo de pillarse los dedos, en el propio club también han virado sensiblemente. En lugar de la sensación general de que su salida era un hecho consumado, en los últimos días hay más optimismo que antes respecto a la opción de que Caparrós acabe renovando cuando la salvación, que es un hecho virtual, lo sea también matemática.

La renovación del entrenador continúa siendo un tema complicado al que no se quiere echar leña y en el que continúa imperando el mantra, a petición del máximo interesado, de hablar cuando el objetivo esté cumplido. La intención del míster siempre ha sido la de que Orriols fuese un trampolín para recolocarse en la élite, pero pese a las largas que hasta ahora ha dado sí está dispuesto a escuchar qué es lo que se le ofrece sin cerrarse puertas. Si el interés del Sevilla no se concreta y en el extranjero tampoco vislumbra un destino de garantías, la vía de Orriols pasaría a ser prioritaria, más aún si tuviese la oportunidad de entrenarlo en Europa.

Caparrós, que en su día dijo que iría al Sevilla gratis y andando aunque estuviese en la otra parte del mundo, es el objetivo número uno del actual presidente, José Castro, paísano y mentor del utrerano en el Pizjuán en su primera etapa. Sin embargo, la cacareada aunque desmentida públicamente falta de sintonía del técnico con Monchi, todavía director deportivo, se perfila como el gran inconveniente para su llegada.

Y es que pese a que Monchi, uno de los hombres de Del Nido, lleva tiempo instalado en Londres y en los últimos tiempos ha ido distanciándose del día a día en la capital andaluza, lo cierto es que a día de hoy sigue en el cargo y no está claro que Castro vaya a imponer a su técnico por encima de su criterio a menos que decida prescindir de él o que acabe dimitiendo.

Bastante ruido a su alrededor

El Levante está al día de que pese al interés de los hispalenses no se ha producido ningún avance concreto. Sin embargo, la decisión recaerá una vez más en Manolo Salvador, que quiere renovarlo por los resultados obtenidos pero que al mismo tiempo es consciente de que el equipo ha seguido adelante con sus últimos tres entrenadores sin acusar los relevos. Los de Orriols mantienen la calma y quieren evitar un culebrón, pero aunque no dan a Caparrós por perdido también entienden que haber cambiado de agente es muy sintomático de sus intenciones. Y es que de la mano de Juanma López, quien gestiona en España el fondo de inversión Doyen, se le pueden abrir muchas puertas, sobre todo en otras Ligas.