No por casualidad Lucas Alcaraz se expresó en los mismos términos en los días anteriores al duelo frente al Villarreal y justo después de ganar el mismo. «Juntos somos más fuertes», había dicho el pasado jueves y concluía también su mensaje en redes sociales el domingo por la noche, todavía con su particular bola de partido y los tres puntos ganados calientes. «Fundamental el compromiso de los jugadores y la afición del Levante», recalcaría igualmente el técnico. Era un mensaje de agradecimiento a la grada y sobre todo tenía carga de profundidad para el vestuario: el sábado había marcado la raya entre los hombres de su confianza y los que no en el último entrenamiento.

Con esa particular invitación al reagrupamiento inicia el granadino la semana, marcada por el parón competitivo y la balsámica primera victoria liguera granota. Alcaraz, que no ha dicho nada por decir estando -como estaba- su futuro en el aire, abonó el camino en la rueda de prensa postpartido: personalizó y cargó sus valoraciones de elogios hacia sus pupilos más de lo que suele ser habitual. «Todos han transmitido mucho, lo que ha facilitado la comunión equipo-afición. Los jugadores han estado genial, se pueden marchar contentos a casa», dijo.

Desde el propio vestuario se ha intentado sobrellevar la situación de crisis a partir de la idea de que hay que priorizar el bien común por encima de los personales, aunque existan jugadores en una situación deportiva muy compleja. Pedro López, Xumetra, Nikos o Jesús, sin ir más lejos, cargan con el cartel de prescindibles desde mayo; como mínimo no cuentan con minutos desde entonces.

En ese proceso de recuperación para la causa, Ghilas se antoja uno de los objetivos prioritarios para Alcaraz. Le había apartado el sábado del grupo de los teóricos titulares -como a Casadesús y los habituales descarte, lo mandó a la ducha mientras el resto ensayaba las jugadas de estrategia- pero en el partido le daría minutos desde el banquillo como revulsivo, papel que ejecutaría a la perfección con la asistencia del gol de Deyverson. El brasileño y el propio Nabil, no en vano, son las apuestas ofensivas de este proyecto.

La semana pasada, el entrenador granadino ya hizo individualmente sus propias catas del estado de ánimo y de apoyo a su trabajo del vestuario. Después de estas, conscientes de que el respaldo de los jugadores no era unánime en ese momento, reforzó sus ideas para intentar sumar los tres puntos ante el Villarreal y ganar tiempo para apagar el fuego. El fin de semana de descanso le concede más margen para extender el «convencimiento» al que tantas veces ha aludido a todos sus efectivos.

Con tres metas, y Trujillo e Iván lesionados de gravedad, Alcaraz no puede correr el riesgo de descabalgar a más jugadores. Ahora mismo son 16 de campo los que están sanos, más Verza y Rubén García, a los que espera recuperar con vistas a la peliaguada visita al Bernabéu del día 17. El paso de la Real por Orriols y el derbi de Mestalla cerrarán el mes; quién sabe si también la herida por completo, o por el contrario la reabre con las evidente dudas del club sobre el técnico en el recuerdo.