«Me voy con la sensación de que los jugadores han estado genial, que la gente se ha divertido. ¿Match-ball? He estado en muchas circunstancias de este tipo, la trascendencia del resultado prefiero no pensarla en negativo ni positivo», afirmaba Lucas tras superar la reválida ante el todavía líder Villarreal y tomar oxígeno, porque su figura sigue en entredicho. Lleva casi un año en el banquillo del Ciutat (alcanzará en el Bernabéu los 38 encuentros ligueros con el Levante, más las dos eliminatorias de la pasada Copa del Rey ante Albacete y Málaga) y en un constante ejercicio de supervivencia. La cita contra el Madrid de Keylor y, sobre todo, los resultados siguientes con la Real y en el Derbi de Mestalla determinarán si la inyección de la pasada jornada fue una realidad o un espejismo. Había que remontarse al 18 de abril para encontrar la anterior alegría plena. Fue ante el Córdoba (también 1-0), que además supuso la salvación virtual y la continuidad de Alcaraz.

El granadino cogió el testigo en la novena jornada de la temporada pasada tras el 0-5 en el Ciutat contra el Madrid que le costó la cabeza a Mendilibar. Debutó en Balaídos, el 24 de octubre del año pasado, con derrota (3-0), y la reacción fue inminente con siete puntos de los nueve siguientes ante Almería, Sevilla y Valencia. El ‘efecto Alcaraz’ dio sus frutos prácticamente desde el principio, pero tras el Derbi, el Levante encadenó nueve jornadas sin ganar en Liga (cuatro empates y cinco derrotas). Contra el Athletic se tocó fondo en un momento en el que el club retomó la campaña ‘La Unión es la Salvación’, que se puso en marcha y tanto éxito tuvo en el curso 2010/11, mediante la cual, la parroquia de Orriols (tanto jugadores de las categorías inferiores como aficionados) iba dejando su mensaje de ánimo en la zona de vestuarios del coliseo. El Levante buscaba un gesto de reciprocidad con el fútbol que le permitiera liberar tensiones y reconducir la dinámica perdedora, pero se topó con Aduriz, un futbolista que históricamente tiene entre ceja y ceja a los granotas. Por mucha lírica que rodeaba al choque, los argumentos emocionales no bastaron para ajusticiar al Athletic y poder redimirse de la angustia y la incertidumbre.

«Ahora más que nunca os vamos a animar», gritaba ‘Levante Fans’ tras el zarpazo de los leones. No quedaba otra salida que derrotar al Málaga. Ni semana de transición, ni margen de error y enterrado el ‘culebrón Bryan’. La caída libre desde el cara a cara vecinal, un 2-1 que supuso la victoria 99 en la máxima categoría, precipitó al Levante a una situación de máximo riesgo. El yugo del descenso asfixiaba más de la cuenta: colistas, con una ineficacia alarmante y con la necesidad de sumar los tres puntos tras nueve jornadas sin conseguirlo para que la permanencia no se transformara en una misión casi imposible, ya que luego tocaba viajar al Barça. Y el paso se dio. Un subidón de levantinismo. Triplete de Barral e irrupción de Kalu como uno de los mejores fichajes de invierno. Pero la alegría volvió a ser efímera, ya que tras el posterior 5-0 en el Camp Nou, la permanencia estaba a cuatro puntos. Curiosamente, y pese a la rémora, el vestuario era cuando más creía en el despegue, en la filosofía de ese ‘nuevo Levante’ que parecía florecer y eso que todavía faltaba el giro definitivo con la remodelación en la retaguardia (5-3-2).

El impulso definitivo lo dieron los que nunca fallan: los aficionados. Ni los cuatro goles de Alberto Bueno en Vallecas tras volver a salir de la UVI ante el Granada de Abel Resino hicieron tirar la toalla, sino todo lo contrario. Frente al Eibar se vivió otra remontada en tiempo récord. La aparición de El Zhar y los goles de Barral y Kalu sacaron al Levante de la zona de descenso. Otra prueba superada, pero todavía quedaba mucha pelea más. Ante un rival directo como el Almería de Juan Ignacio, los de Alcaraz retomaron el pulso a la Liga después de un descanso por los compromisos internacionales y de haber agotado una vez más su cupo de fallos, merced a dos derrotas consecutivas ante Madrid y Celta. Fue la primera victoria fuera de casa de la era Lucas y la mayor goleada como visitante en la Liga BBVA. Fue una tarde de gloria, sobre todo para Barral, en plan superhéroe con tres tantos (1-4). Una revolución con Ivanschitz como resucitado, aunque por poco tiempo.

El último ‘match-ball’ superado fue el de Getafe, el del cambio de sistema a los tres centrales que ahora está dando tanto que hablar. Que Juanfran, Navarro y Pedro López se sentaran en la sala de prensa del Ciutat para reclamar a sus fieles un arreón extra por la permanencia fue una muestra más de que los pitos de la jornada anterior ante el Espanyol habían tocado el orgullo del vestuario. Su llamamiento fue para concienciar a los seguidores, por si alguno no lo estaba todavía, de lo que había en juego en esos últimos seis partidos. «Ahora más que nunca debemos estar juntos», insistieron los portadores del brazalete. Como el «juntos somos más fuertes» que ahora pregona Alcaraz.