Opinión

Viaje en el tren de la esperanza

Me aferro al asiento de la esperanza. Por convicción

LEVANTE UD - AMOREBIETA

LEVANTE UD - AMOREBIETA

Es necesario mucha reflexión y sobre todo contar hasta tres, para entender a este Levante. Si hace exactamente una semana el futuro se veía con optimismo, energía positiva y en un clima de euforia contenida, ahora, esa vista desde la ventanilla del tren que nos lleva a un destino incierto está mucho más difusa. 

El Amorebieta se ha convertido en una gran indigestión esta campaña. Si en la Copa del Rey se convirtió en verdugo, aunque pensábamos que había sido alguna accidental y coyuntural, el palo dado el pasado sábado hizo mucha pupa. Y la causó sin estridencias, en un partido que daba la sensación caería del lado granota por talante y rango. Sin un juego espectacular, el Levante amedrantó a un Amorebieta que con unas premisas de juego muy claras de contención, aguantó bien las embestidas y cuando encajó el gol, tuvo la capacidad de levantarse y dejar al Ciutat entre la estupefacción y el silencio. No fue una derrota que se veía venir. Fue un golpe seco, duro y sin capacidad de respuesta.

La situación se ha tornado compleja. Ya lo era antes del pasado fin de semana, pero sin esos tres puntos en el compartimento, una reacción casi heroica, y unos resultados extremadamente buenos, son la única fórmula que sirve para mantener la compostura en la pelea por el ascenso.

La parada en Santander de este sábado tiene visos de final en mayúsculas. El Racing es un rival temible para los granotas en el Ciutat, donde ha ganado en sus dos últimas visitas, aunque llega al gran duelo del fin de semana, apeado también de la zona de honor con dos tropiezos consecutivos. La campaña impulsada desde la entidad montañesa para que el mítico campo de El Sardinero presente un ambientazo de gala, será otro escollo a superar, aunque el Levante ha mostrado esta temporada la suficiencia necesaria para hacer frente a esto y mucho más.

Me resisto a caer en el pesimismo. Siete jornadas en Segunda División van a dar para mucho, y los vaivenes van a estar dándose en bucle. Si el Levante es capaz de ganar en Santander, el mazazo ante el Amorebieta tendrá un pequeño parche que permitiría volver a casa ante el Cartagena con otro semblante, y de nuevo con las probabilidades de éxito al alza. 

Quién es del Levante, ya sabe, y no tengo que recordarlo, que toca disfrutar y mucho de los grandes momentos, así como apretar los dientes y pensar en un mañana mejor cuando las cosas se tuercen. En este trayecto, es momento de mirar más allá de la nubosidad que ha aparecido de golpe, y creer en que lo imposible todavía no nos alcanza. El querer es poder podría ser uno de los lemas. Son muchas semanas y jornadas de desgaste, nervios y tensión. Un año extremadamente largo y en el que ahora mismo no se puede entregar la cuchara. Ese no es el gen granota. El ADN nos tiene que llevar a volver a levantarnos, y creer, aunque cada vez requiera un esfuerzo mayor, que no todo está perdido.

De momento nadie puede sacarnos del vagón, porque el destino presenta infinidad de interrogantes, y esa multitud de posibilidades debe alimentarnos. Me aferro al asiento de la esperanza. Por convicción.

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