Opinión

Fe ciega en los chavales

El valor de este equipo está en su potencial como grupo, no de manera individual

Sergi Canós, junto a Guido Rodríguez

Sergi Canós, junto a Guido Rodríguez / JM López

¿Hay fe o no hay fe en este equipo? Para mí, la respuesta es clara: Sí. Y lo digo después de palmar contra el Betis, habiendo perdido la séptima plaza y en una jornada en la que el Valencia CF habría sacado mucho rédito de haber conseguido el triunfo. Nadie me va a quitar de la cabeza que este grupo de chavales puede hacer cosas grandes, eso sí, a su manera.

Y eso que aún me dura el mosqueo del sábado porque se habían dado todos los condicionantes para que fuera una gran tarde de fútbol. Desde la afluencia a Mestalla, pasando por el ambiente y acabando porque con una victoria te metías en la lucha por la Europa League. Eso sí, sigo sin entender lo de los cordones policiales y el dispositivo de seguridad en los recibimientos, a este paso podrá aterrizar un avión en la avenida Suecia de la distancia que hay.

La cosa está más difícil que ayer y puede que menos que mañana con el tema de Europa, pero a todo el mundo le digo lo mismo ¿tienen fe en algo? Porque yo tengo fe en muchas cosas y, entre ellas, en el Valencia CF de Rubén Baraja.

El sábado el Valencia CF no estuvo bien y no pasa nada por decirlo. Como tampoco pasa nada por explicar que Isco -sí, ese futbolista al que llamaban gordito, que no valía para el fútbol y que salió del Valencia CF al Málaga por 6 kilos- hizo un partidazo como la copa de un pino. En la primera parte él solito bailó a todo el conjunto blanquinegro y lo cierto es que el resultado al descanso fue corto para lo que se vio hasta los cambios. Precisamente ese fue el detonante del buen y mal momento del Betis. La sustitución de Isco dio alas a un Valencia CF que no se había presentado hasta el momento en el partido y, tras el cambio del de Arroyo de la Miel, empezó a despertar. Los cambios aportaron e hicieron crecer a un equipo que se metió en el partido con el penalti y pero que salió tan pronto como Ayoze se encontró ese golpe de fortuna en el tiro. Se intentó pero no salió. 

Podemos sacar muchas conclusiones: planteamiento, actitud, profundidad de plantilla… pero hay una cosa clara: a estos futbolistas hay que dejarlos a su aire, que hagan y que afronten cada encuentro a su manera. Porque lo que sí hemos detectado es que cuando este grupo percibe algo de presión o exigencia ambiental por conseguir un objetivo, acaba pinchando. Lo comprobamos en el partido de Copa del Rey ante el Celta en Mestalla donde se habían alineado los astros para que el Valencia CF pasara a la siguiente ronda y acabó palmando estrepitosamente. De la misma forma que cayó contra el Villarreal en La Cerámica cuando, con un triunfo, podía haber dejado a los de Marcelino por el camino. Y así unas cuantas veces esta temporada.

Con esto no estoy criticando la temporada de los de Baraja -ni mucho menos- solo que hay que dejarles estar. A su aire. Que lo gestionen como ellos consideren para obtener el mejor resultado. Es como cuando personas que trabajan mejor bajo presión y otras que bajo presión se ponen nerviosas y no les sale absolutamente nada. 

El valor de este equipo está en su potencial como grupo, no de manera individual. Es decir, si nos ponemos a analizar el uno a uno de muchos equipos de La Liga en comparación con el del Valencia CF probablemente salgamos escaldados. Lo único que tengo claro es que tengo fe en este equipo. Porque aun haciendo un partido malo el Betis te supera por la mínima. Porque aún sin fichajes este equipo ha demostrado que tiene capacidad para crecer. Porque aunque la fe sea ciega, también sabemos que mueve montañas.

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