Una categoría, lateral derecho, y tres nombres, Van der Wiel, Debuchy y Joao Pereira. La genética futbolística de los pretendidos es coincidente y determina con claridad el perfil que han dibujado los técnicos para esa posición. Su DNI señala que tienen la madurez y la experiencia nacional e internacional suficiente como para representar una garantía de rendimiento. El Valencia quiere invertir en un valor seguro y eso lo cumplen. Su naturaleza es claramente ofensiva. Los tres son tenaces, seguros y rápidos en el marcaje, sin embargo, es su capacidad para el ataque lo que marca definitivamente su identidad: Vocación de carrileros, ida y vuelta permanente, gran capacidad atlética, buena pierna derecha para centrar, potencia para desbordar y un repertorio técnico suficiente como para representar una seria amenaza para los rivales cerca del área. El Valencia quiere un bólido para hacer suyo el carril del 2. Con estos parámetros deportivos y bajo los condicionantes económicos que restringen la política de gastos valencianista, los laterales derechos de primer nivel que ofrece el mercado no son tantos. Van der Wiel, Pereira y Debuchy son las tres estrellas.

Contempladas todas la opciones, los tres encajan en lo que a condiciones futbolísticas se refiere. Tan iguales y tan distintos: Debuchy ofrece más equilibrio, Joao Pereira más agresividad y Van der Wiel más calidad para el ataque. Es cuestión de gustos o del futuro modelo de juego. Aquí son los técnicos y Pellegrino los que deben ofrecer razones para el desempate. Otro buen argumento podrían ser las cantidades económicas de su ficha y su traspaso. Aquí el margen es más amplio. Van der Wiel, al que Braulio no ha descartado por petición expresa de Maurico Pellegrino, tendría un precio alrededor de los ocho millones de euros. El Ajax no baja un euro y sabe que el tiempo juega a su favor, consciente de que Gregory está destinado a revalorizarse en la Eurocopa. La dificultad es extrema. Polonia y Ucrania va a ser una pasarela para los tres, todos titulares con sus selecciones. Precisamente por eso, el Valencia quiere cerrar la operación del lateral antes de que aumenten sus competidores tras el torneo continental. Las cantidades serían similares a las de Debuchy. Más económica, sin embargo, resulta la opción de Pereira, tanto en salario como en traspaso (tiene una cláusula de siete millones y podría salir por cinco). El tope económico podría desequilibrar la balanza.

Van der Wiel no es un capricho de Pellegrino o de Braulio. Para el argentino, merece la pena hacer un último esfuerzo por el holandés. Opacado por su irregular trayectoria en el Ajax en las dos últimas temporadas —en las que curiosamente ha sido campeón de la Eredivisie—, hace tres años emergía como el lateral del futuro y así lo demostró con la selección neerlandesa durante el Mundial. Con 24 años, es el más joven de los tres y todavía tiene un amplio margen de mejora. Los técnicos consideran que su explosión está por llegar y que su estancia en la Eredivisie ha mermado su progresión técnica, física, táctica y emocional. Ofensivamente es un cañón: tiene el toque de balón, el dominio técnico y sus incorporaciones suelen terminar en asistencia o en un disparo peligroso. El ‘pero’ es que se le considera blando defensivamente. Una parcela que los técnicos entienden que pueden pulir y mejorar con adiestramiento, porque tiene las condiciones.

Mathieu Debuchy es el equilibrio. Es el más completo, el más seguro, el más regular. Un jugador sin grandes altibajos en su rendimiento. Sólido en la retaguardia y primoroso en ataque. El mejor lateral derecho de la Galia y del balompié galo. Comenzó como interior, casi como organizador, pero Claude Puel siempre lo vio como un carrilero con enorme proyección. Acertó. La banda derecha del Lille y de la Francia de Blanc es toda suya, de área a área. Líder, capitán, nunca se arruga. Rami lo conoce, juntos fueron campeones de Liga y Copa el curso pasado, y lo distingue como el mejor 2 del mundo: «Es muy rápido, no tiene miedo y tiene la cabeza bien amueblada». Mathieu llega con la cabeza donde otros jugadores no meterían la pierna.

Criado en Casal Ventoso, uno de los barrios más conflictivos de Lisboa, Joao Pereira coincidió con Ricardo Quaresma, en el modesto Desportivo Domingos Sávio hasta que se incorporó al Benfica. José Antonio Camacho lo hizo debutar como extremo y eso define su idiosincrasia. Koeman lo repudió y tuvo que buscarse la vida en Segunda con el Gil Vicente. Allí se hizo futbolista. El Sporting lo fichó del Braga hace dos temporadas y ahora es el mejor lateral portugués.

Poco nombre, mucho fútbol

El ala derecha de la defensa es suya, no sólo por su entrega y su carácter aguerrido, sino también por su capacidad técnica y sus peligrosas incursiones por la banda. Es muy cañero. Joao Pereira es uno de esos jugadores que no dejan indiferente, capaces de empujar a todo un equipo desde su demarcación.