La primera pregunta es obvia. ¿Cómo les va la vida a usted y a su hijo en Inglaterra?

—Bien, gracias. Estamos contentos, a gusto. El clima es lo que es, no nos vamos a engañar, pero el ambiente que se respira en el club y la afición está muy bien.

—Explíquese, por favor.

—El de los aficionados españoles e ingleses es un concepto diferente. Allí tienen asumido que el fútbol es un espectáculo: la gente anima hasta el final, se desplaza masivamente con el equipo y si pierdes un partido, aplaude, no pita.

—Para usted, que era jefe de seguridad en Paterna, será alucinante ver cómo trabaja día a día el Manchester City, ¿no?

—En la ciudad deportiva del City o de otro equipo inglés no entra nadie, ni aficionados ni prensa. Nada de salir con el coche de entrenar y tener que firmar autógrafos o hacerse fotos con un montón de gente día tras día, como aquí. Mi hijo está allí en su salsa en ese sentido, alguna vez le reconocen por la calle o cenando.

—¿Y qué es de usted, a qué se dedica? ¿Trabaja para el City?

—¡Qué va! Ahora vivo la vida: Live the life.

—No le van del todo bien las cosas a equipo de su hijo. Está cuarto y lejos del liderato.

—Pero a solo tres puntos del segundo. El City no pasa por un buen momento, pero tampoco lo está haciendo tan mal.

—¿Qué compañeros de su hijo le han sorprendido más?

—Hay chavales muy interesantes y no tan conocidos como Tévez o Adebayor. Me gustan Kompany, Johnson o el portero Hart.

—¿Con quién se mueve habitualmente por allí?

—Tampoco es que haya salido a cenar o a tomar copas por ahí hasta ahora con ninguno. Está intentando aclimatarse y hacerse a todo el equipo y al idioma.

—¿Cómo llevó David, acostumbrado a la titularidad en el Valencia, estar varios partidos en el banquillo?

—Con mucha naturalidad, ya que era lo lógico. Nada más aterrizar jugó los 90 minutos en la primera jornada ante el Tottenham; después se fue con la selección nada menos que a México y a Argentina. Hasta mitad de septiembre apenas había entrenado y no se encontraba bien físicamente, pero a medida que se ha ido encontrando bien ha empezado a entrar otra vez y ahora lo juega todo.

—¿Echan de menos Valencia?

—Estuvimos a gusto, sin duda, tanto por las amistades como por el ambiente. Pero David tiene asumido que su profesión es así y no se pasa los días llorando por no estar en Valencia. El peor momento lo pasó en la cantera, cuando echaba de menos su casa y su familia, pero desde que se fue a Eibar maduró en ese sentido. Lo importante es que está en un gran club y que rinda a su mejor nivel.

—Hay quien duda de que se vea al mejor Silva en un fútbol tan físico.

—Quien piense eso es que no le conoce. La Premier es una competición muy exigente, de va y viene, pero mi hijo no es ningún débil. Pese a que es pequeñito, trabaja, lucha y va de cabeza; la afición del City se sorprende —Fernando imita el oh! de la grada— cuando le ve que salta y le quita el balón aéreo a un jugador más alto, pero David siempre ha ido al choque. No tiene problemas, no como otros jugadores, incluso alguno del Valencia, que llegan tarde para no cabecear o meter la pierna.

—Por cierto, ¿qué le ha supuesto el cartel de campeón del mundo?

—Pues que sea una pregunta obligada en cada entrevista, poco más. La gente le conoce más, pero Inglaterra le tratan igual que al resto.

—¿Qué valoración hace su hijo a toro pasado del cambio de aires?

—Todos sabemos que se tenía que ir del Valencia, que la economía del club le empujó a marcharse. Estaban Madrid y Barça, pero en un momento determinado miraron hacia otro lado y apareció el City, que no es una salida mala.

—¿Les duele que Madrid o Barça les dieran la espalda?

—No, porque forma parte del fútbol. Hace dos años realmente David tuvo la opción de irse, cuando Llorente les abrió las puertas, pero este año llegó Mourinho al Madrid y prefirió otro tipo de jugadores.

—¿Qué imagen cree que ha quedado de su hijo en Valencia?

—Ahora no lo sé, la verdad, porque no estoy normalmente aquí. Lo que tengo claro es que la gente le quería mientras estuvo aquí.

—¿Ve a David de nuevo con la camiseta del Valencia?

—¿Por qué no? Tan mal no lo hizo. Si un día el Valencia se interesa y le llama... No habría ningún problema, porque solo tiene cosas buenas que decir de su etapa aquí.

—Se nota que le tira el blanquinegro.

—¿Qué quiere? Si le digo que era de pequeño del Valencia le miento, porque a mí me tiraba el Madrid, como a mi hijo, pero soy del Valencia. Y mi hijo también quiere que le vayan bien las cosas y gane todos los títulos posibles; no dude que cada vez que puede ve al Valencia por televisión, aunque también jueguen Madrid y Barça.

—¿Su hijo tiene previsto escaparse a Valencia a ve r un partido?

—Por ahora, no. No hay vuelos directos, y si tiene un día libre...

—Pero si que habla con ex compañeros, ¿no?

—Que yo sepa, sobre todo con Dealbert. Villa, Alexis o Marchena, con los que más afinidad tenía, también se fueron.

—¿Es verdad que David perdonó dinero al Valencia al irse?

—La verdad, no. Lo que pasa es que él tenía que cobrar una cantidad por tener un contrato progresivo, como si fuera el finiquito, y aceptó que fuera en tres años y sin interes, como le pidió el Valencia cuando se cerró el traspaso.