Alrededor de 3.000 aficionados del Schalke se concentraron en una de las esquinas superiores de Mestalla para animar a su equipo. Los alemanes empezaron muy fuertes. Fueron los primeros en entrar en el campo, controlados por el control de seguridad que se había preparado para la ocasión. Todavía faltaba una hora para que comenzara el partido y los 2.700 germanos que oficialmente había viajado empezaban a dejarse la voz en el campo. Lo hicieron con cánticos cuando ni siquiera había comenzado el partido. Se habían convertido en los reyes del campo, pero eso les duró muy poquito. El tiempo que tardaron los valencianistas en coger asiento en Mestalla.

Fue a partir de entonces cuando el valencianismo silenció a los alemanes. Cuando la afición blanquinegra empezó a ganar el partido con todo tipo de cánticos y cuando los madridistas infiltrados que habían acudido al campo con camisetas del Schalke escondían sus pancartas. Lástima que al final tuvieran que sacarlas. No fue hasta ese momento cuando la afición del Schalke despertó. El gol de Raúl le dio vida. Les devolvió al partido. Ya nunca más volverían a dejar de cantar. Bufandas al aire y cánticos imposibles de descrifrar. Así celebraban los azulones del Schalke un partido que daban por perdido durante muchos minutos. Lo bueno de la noche, es que los alemanes estuvieron prefectamente controlados por las fuerzas de seguridad, que detuvieron a cuatro aficionados por atentar contra un guardia de seguridad. Por la mañana hubo incidentes aislados por las calles de la ciudad, algunos alemanes tuvieron que ser atendidos por los profesionales médicos.

Ahora será la afición del Valencia la que tenga que desplazarse al estadio del Schalke para intentar remontar una eliminatoria que pintaba muy bien hasta el gol de Raúl y que Mestalla, no el equipo de Emery, estaba ganando por goleada. Mestalla no se merecía un final así. Y más teniendo que soportar como Raúl perdía tiempo...