Nunca pensó que un día se convertiría en el defensa por el que más dinero ha pagado el Valencia CF en sus casi cien años de historia, sobre todo después de que el Barça le diera la baja siendo todavía un niño. Pero Víctor poco a poco superó el golpe, con la ayuda de sus padres siguió adelante hasta que un día entontró su sitio en el centro de la defensa.

A partir de ese momento todo empezó a ir bien y muy deprisa, las selecciones inferiores, el debut en primera división con el Espanyol, la experiencia del Calcio en el Nápoles y finalmente este fichaje por el Valencia, que le permitirá seguir creciendo y entre otras cosas jugar la Liga de Campeones. Mucha vida en pocos años para un chico normal como él.

En su etapa en el alevín del Barça usted era extremo y su amigo Jordi Alba mediapunta.

—Sí, mira cómo cambian las cosas. Jugaba de extremo, llegaba a la linea de fondo y conforme iban pasando los años fui tirando para atrás. Hubo un día en que faltaba un defensa central y el entrenador pensó que ahí en esa posición lo podía hacer bien. Probé y salió bien.

—¿En qué momento se produjo ese cambio?

—Cuando estaba peor. Tuve una pequeña crisis cuando era un niño y el Barcelona me dio la baja, me fui al Cornellà, club en el que también estuvo Jordi (Alba) pero allí tuve una etapa en la que tampoco estaba muy centrado en el fútbol. Entonces llegó el técnico que decidió ponerme atrás y mira ahora. Se llamaba Ernesto Calero.

—Estará muy agradecido hacia su persona.

—Sí, porque el cambio ha ido a mejor. ¿Quién me iba a decir hace cinco años que ahora sería jugador del Valencia o que hubiese jugado en el Nápoles? Ese cambio me ha permitido debutar en primera división y tener un sitio ahora.

—Es curioso conocerse en alevines y mantener la relación a pesar de la distancia, la suya con Jordi viene además de los padres.

—Sí, nuestros padres solían quedar a comer o a cenar, yo me he quedado incluso a dormir en casa de Jordi... Había mucha relación y la sigue habiendo. Cuando se celebra algún cumpleaños hacen una cenita. Yo con Jordi coincidí en el Barça, en el Cornellà, en la selección catalana, con España... Le tengo muy visto y tengo una gran relación con él (risas).

—¿Cómo eran en su infancia?

—Lo normal cuando éramos niños, seguramente haríamos alguna gamberrada, pero Jordi era mucho peor que yo (risas).

—¿Le gustaba ir al colegio o prefería practicar deporte?

—Nunca he sido un ejemplo como estudiante y conforme iba pasando el tiempo era peor, no me gustaba. Mis padres insistían, me castigaban sin salir de casa para que estudiara, pero no era lo mío. Perdía mucho la concentración, no ponía interés, no soy un ejemplo a seguir en ese sentido.

—¿Gran parte de culpa la puede tener el balón?

—Es que era bajar a la calle y jugar en la plaza con los vecinos, jugar y jugar con la pelota. Aún tengo recuerdos de aquella época, mis padres me dicen que cuando llegaba mi padre de trabajar a las seis de la tarde le hacía bajar de casa a jugar conmigo, no le dejaba ni cambiarse de ropa. A la calle.

—¿Jugaban con más gente?

—Muchas veces jugaba sólo con él, era jugar y jugar. Mi padre siempre ha estado muy vinculado también al fútbol, jugó con los amigos, se perdía muchos fines de semana en los que podía estar junto a sus hijos para ir a algún camping o ir a la playa, él quería jugar y siempre le encantó el fútbol.

—¿Nunca llegó a ser profesional?

—No, llegó a estar en el juvenil del Barça, y era defensa central. Por ahí me da algún consejo.

—¿Le gusta hablar de fútbol con él?

—Sí, me exige muchísimo. Si no estuviera mi padre detrás de mí no habría puesto la misma exigencia o algún día habría dicho basta al fútbol y habría enfocado la vida de otra manera, bien a estudiar o a otra cosa. Si no llega a estar pinchándome e insistiendo en que siguiera apretando no estaría aquí hablando contigo.

—¿Cómo le gusta pasar su tiempo libre?

—No tengo un hobby que me guste especialmente, ahora con mi novia (Noelia) intento pasar con ella mi tiempo libre, bien para ir al cine o a cenar. Si podemos ir al circo o al zoo vamos, me gustan mucho los animales... Lo que puede hacer un chico normal.

—¿Tiene algún animal en casa?

—Un perro que se llama Lolo.

—¿Con qué comida disfruta más?

—Me gusta mucho la fideuà, la paella también está entre mis platos preferidos, la carne antes que el pescado, aunque como de todo.

—¿De qué le ha valido su experiencia en Italia? Han sido sólo unos meses, pero...

—Ha sido corta pero positiva. Era un cambio a mejor y me costó al ser tan grande, porque cambias de país e incluso el idioma, que puedes creer que no hay mucha diferencia al ser dos países que están pegados, pero sí que la hay. Y la ciudad de Nápoles es algo diferente, no tiene nada que ver con el resto de Italia. Hay que estar allí y ver lo que hacen para saber lo que es, y no me refiero a temas de delincuencia ni nada de eso. Son gente diferente.

—¿Qué le ha sorprendido de allí?

—La manera de vivir que tienen, viven para el fútbol. Esa gente se levanta a las ocho de la mañana y están pensando en el partido del domingo, es increíble y no estoy exagerando. ¡No te lo puedes ni imaginar! Hay gente que si no tiene para comer dos o tres días por tener su carnet de abonado para ir al fútbol, pues no come, es increíble, una locura lo que le gusta el fútbol a esa gente.

—¿Tiene amigos en el mundo del fútbol?

—Tengo contacto con mucha gente, pero uno de mis amigos es Jordi, con él he estado desde pequeñito, con Baena (Espanyol) tengo también una gran relación, al haber coincidido en el Barça, el Espanyol y en las selecciones. Además compartíamos habitación y ahí se hace una relación más fuerte. A De la Peña también lo considero un fenómeno, hace unos días estuve hablando con él... He recibido muchas felicitaciones de la gente diciéndome que aproveche la oportunidad, no todos los jugadores pueden estar en un Valencia y lo he de aprovechar.

—¿Cómo se describe como persona?

—Soy normal, un chico sencillo, no tengo manías ni me considero supersticioso, tampoco a la hora de entrar a un campo de fútbol. Si tengo que entrar con el pie derecho lo hago, y si es con el izquierdo también, o si juego con la camiseta por fuera...

—¿Se considera impulsivo?

—Me gustaría serlo más a veces, pienso mucho en lo bueno y lo malo, lo que puede venir detrás, según en qué acciones me gustaría ir más directo.

—¿Ha cumplido un sueño?

—El sueño era jugar algún día en Primera División y vivir de este deporte y de este oficio, porque para mí no hay otra cosa mejor que vivir de ésto. Vivir del fútbol es la hostia y espero hacerlo mucho tiempo.

—¿Conserva algún recuerdo?

—Muchos amigos me dicen si me cambio la camiseta con álguien cuando juego contra el Madrid o el Barcelona. Ahora, por ejemplo, cuando vayamos al Chelsea, me pedirán la de Drogba o la de Lampard, pero si puedo la cambiaré con Mata o el día del Barça con Fontás, con Montoya o con Thiago, porque antes estaba Bojan y de él ya tengo mil... Prefiero tener camisetas de gente con la que tengo relación que de Messi, por ejemplo.

—¿Cómo era su relación con Jarque, al que consiera un ejemplo a seguir?

—No pude compartir mucho tiempo con él, pero me sentía identificado con él por compartir agente, porque él me apretaba también. Es verdad que era una relación buena, vivíamos en dos pueblos cercanos, dos pueblos muy similares, con la gente de la calle, y es una lástima que pasara aquello porque era un fenómeno.

—¿Le gusta escuchar algo especial de música?

—No, no. Escucho de todo, desde música negra o hip-hop, pero después puedo escuchar a Pereza, Estopa o El Canto del Loco.

—¿No le apasionan los videojuegos?

—No soy mucho de jugar a la Play.