¡Mestalla explota! Ya no aguanta más. Cuando Muñiz Fernández señaló el final del partido, el público se puso en pie, empezó a silbar con todas sus fuerzas y si tenía un pañuelo blanco a su alcance, no dudó en sacarlo como señal de desaprobación por lo que habían visto. Tras una primera mitad buena, reflejada con un cómodo 2-0 en el marcador, el Valencia volvió a desaparecer. Transmitía malas sensaciones y empezaron a escucharse silbidos para ver si reaccionaban, pero quien sí lo hizo fue el Mallorca, que empató a dos ante la desesperación de la parroquia local, del presidente y de los propios futbolistas. Manuel Llorente bajó rápidamente al vestuario para pedirle explicaciones a Unai: «¿Cómo puede pasar esto? ¿Qué le está pasando al equipo?». En la conversación también estuvo presente el consejero Fernando Giner y Damià Vidagany (Braulio no participó al no estar en Mestalla) y al técnico se le exige que encuentre soluciones cuanto antes. No se puede seguir así.

El enfado del presidente, cuando Víctor Casadesús anotó el empate a dos su cara era un poema, iba en la línea de la afición. No entiende nada y de las primeras reflexiones del entrenador, aún en caliente por no lograr un triunfo cuando el partido iba encarrilado, se desprende que hoy en día existe un problema mental en la plantilla. Emery cree que los futbolistas han perdido confianza y por eso «se caen» ante el primer contratiempo o les entra el miedo en algunas fases de los partidos. Son situaciones que se añaden a que hay jugadores que no están a su mejor nivel y físicamente no están en un pico alto de forma. Presidente y entrenador iban intercambiando impresiones, con aportaciones también de Giner, pero el mensaje con el que se concluyó la reunión era bien claro: «Hay que espabilar ya». Emery asume su responsabilidad, pero también insiste en que hay situaciones que ocurren dentro del campo en las que no puede hacer más, ya que las decisiones finales las toman los futbolistas. Llorente le insistió antes de despedirse que para el club es vital la clasificación para la próxima edición de la Champions y hay miedo a perderla; el Málaga se ha colocado a cuatro puntos y la próxima visita en liga es a San Mamés, con el Athletic a siete puntos.

Una historia que se repite

¿Por qué el presidente está preocupado? Ve que la historia se repite y no hay que remontarse muy lejos; el jueves se ganaba 4-0 al PSV y acabaron 4-2, ayer vencían 2-0 y el partido acabó en empate. En la zona noble del Valencia son conscientes de que ahora no se pueden adoptar decisiones drásticas —como sería un relevo en el banquillo— y por eso se va a trabajar con la finalidad de recuperar la confianza que llevó al equipo a colocarse en una tercera posición sin que nadie le hiciera sombra, aunque ahora puede correr peligro si no se reacciona. En 2012 sólo se han sumado once puntos sobre 30, un balance pobre incluso teniendo en cuenta que se ha jugado sin descanso la Copa y la Europa League, pero lo que más preocupa es precisamente que es el propio Valencia el que tira a la papelera los partidos. Si el rival es mejor y te da un baño sobre el césped lo asumes y punto, pero duele precisamente ver cómo equipos que te crean poco peligro tienen suficiente para evitar que gane el Valencia. Y esa situación comienza a ser desesperante. Hay también opiniones en el seno de la entidad que consideran que al equipo le falta personalidad o que a ciertos futbolistas les puede venir «grande» lucir la camiseta del Valencia. En los malos momentos es cuando aparece la gente que da un paso al frente y actualmente en el equipo esos valientes son una minoría. Y hay que sobreponerse a los pitos durante el partido.

Los futbolistas, muy dolidos

Poco a poco los jugadores fueron abandonando Mestalla con rostros serios y conscientes de que «hemos pegado una cagada muy gorda». Rostros serios, cabreo, indignación y preocupación son los adjetivos con los que calificar la salida en cuentagotas de los jugadores desde su vestuario. «No es una lástima, es una gran lástima», decía Aduriz. Hoy el equipo descansa, pero Llorente le pide a Unai —Braulio hablará hoy con el técnico— que encuentre ya soluciones.