No son buenos días para Nelson Haedo Valdez. El paraguayo llegó a Valencia consciente de la dificultad para ser titular. Sabía que Soldado y Jonas partían por delante de él. Lo asumió y luchó desde el primer día. Esa pelea tuvo recompensa el domingo en la alineación de Pellegrino en Valladolid. Haedo, como así le llama el Flaco, era titular. Venía con la inercia de los goles al Athletic, Llagostera y Atlético, pero una lesión le cortó las alas en Pucela. Han pasado dos días y aún le duele.

La cara es el espejo del alma. Solo hay que ver el gesto de Haedo al salir de la Ciudad Deportiva para darse cuenta de lo inoportuna de su lesión. Ayer se volvía a ir de Paterna triste, cabizbajo y resignado a su mala suerte. Con la mirada perdida en el horizonte. Quien sabe si imaginándose el gol de la victoria en Valladolid. Por desgraciada, no fue así. La fortuna le dio la espalda en el peor momento. Cuando por fin Pellegrino había confiado en él para dejar a Soldado en el banquillo. Eso se lo ganó a pulso. Siempre desde la suplencia. El paraguayo ha participado ya en catorce partidos esta temporada. Sin embargo, solo en tres fue titular. Formó pareja de ataque con Soldado en Mallorca en la quinta jornada y repitió con Jonas en la ida de Copa contra el Llagostera. La tercera y definitiva revalida, la más importante, le llegó el domingo en Pucela. Su milagroso gol al Athletic en el tiempo de descuento, su puntilla al Atlético de Madrid, su gol copero y, sobre todo, su incombustible trabajo en el campo le abrió las puertas de la titularidad. Pero los isquiotibiales de su pierna izquierda le jugaron una mala pasada. Se tuvo que retirar en el descanso y, para colmo, es duda para jugar contra el Espanyol. Ayer no pudo ni entrenar. La lesión le duele en el alma, pero Valdez nunca se rinde. Haedo volverá. Por sus...