Es sábado por la noche en Sidney, Mathew Ryan está de vacaciones y sale a divertirse con sus amigos. Ha acabado la temporada con el Brujas y no podía imaginarse lo que está a punto de sucederle. "Aparcamos el coche en un parking subterráneo y cuando vi el teléfono tenía unas cuantas llamadas perdidas de mi agente y un mensaje que decía ´por favor llámame, es urgente´", relata el guardameta. Algo estaba pasando, era obvio. "Me quedé un traspuesto, era un poco extraño. Traté de llamarle pero no conseguí hacerme con él por lo menos en una hora. Si te mandan un mensaje así te quedas sorprendido, no sabes qué está pasando"... Ryan explica a SUPER cómo fue su fichaje por el Valencia.

"Después de esa hora, me llama y lo primero que me dice es ´tengo un club para ti´. Le dije que ´okey´, pregunté cuál era y cuando me dijo que era el Valencia no me lo podía creer", prosigue. Su sensación era de pura incredulidad. Como si le estuvieran tomando el pelo: "no podía creer que un club de estas dimensiones estuviera interesado en ficharme, no podía hacerme a la idea. Después de coger la llamada volví con mis amigos y no les dije absolutamente nada durante una hora. ¡No lo podía creer!". La noticia dio un vuelco a su noche y desde ese momento permaneció atento a todo el proceso: "todo fue concretándose poco a poco hasta que al final se hizo oficial, viajé a València y pasé la revisión médica".

La importancia del reto

El portero, que había sido distinguido como el mejor futbolista del fútbol belga en las dos últimas temporadas, reconoce que no se lo esperaba y que no dudó ni un instante. "Todo pasó muy rápido. Estaba de vacaciones en Australia y nueve o diez días después estaba ya en Valencia firmando mi nuevo contrato. Desde que oí por primera vez que el Valencia me quería, todo transcurrió a la velocidad de la luz. Lo primero que pensé es que el Valencia es un gran club con una historia dorada. Un equipo que compite por la Liga y que está en competiciones europeas", explica el guardameta, entusiasmado ante este nuevo desafío.

Reto sin margen de error

Su estreno en Alzira ante el PSV Eindhoven dejó sensaciones muy positivas. Demostró que es valiente, que sabe elegir bien las salidas y posee unos grandes reflejos. Si no pasa nada, será el encargado de defender la portería del Valencia en la fase previa de la Liga de Campeones. Un enfrentamiento a doble partido que reviste máxima trascendencia por su importante calado en el plano económico, así como en el deportivo. No hay margen de error y lo sabe: "Me siento preparado para afrontar cualquier desafío. Soy joven, pero en mi carrera ya he jugado partidos muy importantes en el Mundial, partidos internacionales o clasificación de la Europa League. Me gusta desafiarme a mí mismo y en el Valencia tengo la oportunidad de pelear por retos de alto nivel. Estoy preparado para llegar al Valencia y dar lo mejor de mí en cada partido. He trabajado mucho para llegar a uno de los mejores equipos del mundo".

El Valencia no es el Brujas

Su éxito en Mestalla está íntimamente relacionado con su capacidad de adaptarse a un equipo de máximas exigencias y a un contexto que aprieta mucho más „pese a ser un club importante„ que el del Brujas, su anterior equipo. "Mis primeros días de adaptación están yendo muy bien, ahora trato de acostumbrarme a mis primeros desafíos, interactuo con el resto de los compañeros... La comunicación es un aspecto muy importante en el fútbol, ya he ha aprendido algunas de las palabras más importantes relacionadas con el juego. Cada día un poquito más, ya estoy buscando casa en València".

Educación multifacética

Si Ryan es hoy en día deportista de élite es, en gran medida, gracias a que ha crecido en el contexto ideal para logarlo. "Australia es una gran nación en los deportes. En verano, en invierno, siempre hay un deporte que practicar. Cuando amas el deporte como es mi caso, te gusta estar activo. Yo quería ser atleta pero no me decantaba por uno en concreto. Jugaba al tenis, al golf, fútbol... Me di cuenta de que quería ser futbolista al año de practicarlo. Uno de mis amigos era entrenador personal y jugaba al fútbol, él me enseñó la importancia del trabajo extra en el gimnasio, el cuidar tu alimentación, las rutinas de recuperación... Básicamente, la importancia de prepararte para dar lo mejor sobre el césped".

También fue clave la influencia de sus padres. "Mi madre, Carol, jugaba al tenis. Mi padre, David, jugaba al fútbol. A los cinco años ya estaba en un club local". Siempre fue portero, pero a los 10 pasó a ser jugador de campo... Hasta los 12, que volvió a la portería. No falló.