Cuatro piezas en el once fueron las que cambió Nuno Espírito Santo en relación al desastroso partido de Gante. El pasado sábado André Gomes entró en lugar del sancionado Enzo Pérez, mientras Vezo, Bakkali y Cancelo lo hicieron en el sitio de Aderllan Santos, Santi Mina y Feghouli. Sin embargo, el cambio sustancial experimentado en Balaídos nació desde la intensidad y el compromiso, el equipo recuperó la chispa perdida en citas anteriores. Ese ímpetu con el que el Valencia compitió ante el equipo revelación de la Liga, lo puso todo mucho más fácil.

Los once jugadores vestidos de taronja corrieron más y mejor que los del Celta, a diferencia de partidos pasados. Esta vez al Valencia sí le dieron las fuerzas para adelantar las líneas y asfixiar bien arriba la salida de balón de los pupilos de Berizzo. Asimismo, cuando el dinamismo ofensivo de los locales obligó a recular, la actitud del bloque ayudó a mantener el orden y el equilibrio defensivo frente a un rival especialista en generar una ocasión tras otra. Una virtud fundamental para Nuno, que estaba perdida en el limbo desde que Otamendi fue vendido y que en Vigo dio señales de poder recuperarse.

La apuesta táctica del doble lateral en la derecha, con Barragán y Joaõ Cancelo como extremo, le salió bien a Nuno. Fue por allí por donde más daño hizo el Valencia, aprovechando una de las debilidades de los vigueses, el lateral Jonny. El renovado vigor valencianista sorprendió a los celestes. La presión adelantada y en bloque permitía las rápidas recuperaciones de un Valencia que fue amo y señor de los 20 primeros minutos de juego. Entre tanto llegó el 0-1. Con el equipo insertado en el campo rival resurgieron las conexiones entre Parejo y André y, a la vez, las de ambos con un Paco Alcácer participativo y, sobre todo, a gusto al tener a la espalda a sus compañeros mucho más cerca que en otros duelos.

La actitud mejorada facilitó el cumplimento del plan táctico y la eficacia recuperada, a su vez, la consecución de una victoria por goleada. El Celta respondió, hasta el punto de que el segundo tramo de los primeros 45 minutos fueron suyos. Los peores momentos del Valencia se vivieron entonces. Después de sacar siete córners en 24 minutos los de Vigo lograron el empate en una acción defensiva en la que Parejo perdió su duelo individual y Augusto Fernández aprovechó la prolongación. Sin embargo, el capitán del Valencia devolvió las riendas a los suyos con un magistral lanzamiento de falta.

Gol al final del primer tiempo y al principio del segundo. Jonny cometió un grave error en una cesión al portero a los pocos segundos del segundo acto. Paco estuvo donde debía y burló a Álvarez con un quiebro de cintura precioso para sentenciar por el otro lado. 1-3 y el plan seguía estando claro, aguantar con orden al Celta para aniquilarlo aún más en unos cuantos contragolpes. La mano salvadora de Jaume, evitando el 2-3, ayudó a que así fuera. Fue el Valencia del curso pasado.