Simone Zaza es entusiasmo exagerado y sentimiento a flor de piel. Lo lleva tatuado: "La follia rende sani di mente". Traducido, sería algo así como "la locura nos vuelve cuerdos". El italiano lo vive al extremo. Tanto, que en ocasiones el personaje se lo come. En València sucedió por primera vez en el DerbiValència Derbi; en el Calcio sus peladas de cable eran célebres. Simone vive y compite desde esa intensidad emocional. La necesita y es consciente de que debe enfocarla en positivo. Por eso, asumió el error y corrigió de inmediato. Marcelino manejó los tiempos con proporción: toque de atención y sensibilidad. El efecto ha sido una tripleta ante el Málaga (la primera de su carrera profesional) y el gol de la victoria en AnoetaAnoeta. El mejor Zaza ha surgido de la crisis.

‘Simo’ lleva cinco goles en seis jornadas; únicamente Messi le supera en la tabla de goleadores. ¿Su mejor versión? Nunca antes había empezado la temporada con estos números. Ni siquiera en el Ascoli, cuando terminó la Serie B con 18 dianas. Físicamente se está afilando. Está espectacular.Físicamente se está afilando. Está espectacular La estructura y el contexto de alto rendimiento que está generando Marcelino están ayudando. Puede que la perspectiva del tiempo termine por destacar a Marcelino como un entrenador clave en su trayectoria. Como sucedió en el Sassuolo con Eusebio Di Francesco: gracias a su tutela se puso la camiseta de la selección italiana y firmó por la Juve.

Giro total en cinco meses

La situación del italiano nada tiene que ver con la de hace un año. A València llegó destrozado, después de un semestre en el West Ham donde no marcó, nunca estuvo cómodo en Londres y su adaptación fue un infierno, por el perfil del vestuario, por los métodos de entrenamiento, por la alimentación... por todo. En la parte final se quedó fuera de los planes de Slaven Bilic porque a los 14 partidos jugados hubieran tenido que ejercer una opción de compra obligatoria que no estaban dispuestos a asumir.

El penalti fallado ante Alemania en la Eurocopa (tanda de penaltis, cuartos de final). Pellè, Bonucci y Darmian tampoco acertaron pero la crítica y los aficionados se cebaron con él. Lo pasó realmente mal, hasta el punto de perder fuerza, kilos y chispa. Entonces apareció el Valencia, empeñado en su fichaje, con informes favorables por recursos y -sobre todo- por energía contagiosa. Era la oportunidad para volver a empezar y reivindicarse. Encajó bien desde el principio y al quinto partido llegó la liberación.

El primer gol siempre deja huella, pero este fue especial. Ante el Athletic, en Mestalla y casi en semifalló, Zaza superó a Iraizoz con un disparo raso y firmó el 2-0 definitivo ante los de Valverde. En la celebración le cayeron las lágrimas. Fue por rabia, por sufrimiento acumulado, por alegría. Así es Zaza, pura emoción. Fue el gol de su renacimientoZaza. Tres días después dejó un golazo al Madrid. El campeón se derrumbó y Zaza conquistó Mestalla. Siete meses después, se reencuentra con el Athletic en un momento radical. Follia, en el mejor sentido. Único.