Está difícil, pero hay opciones. El Valencia regresa con vida gracias a un ejercicio de resistencia notable. El Barça marcó mendiante una genialidad de Messi en el área, cuya maniobra ante Coquelin y Gabriel encontró el cabezazo tremendo de Suárez, libre de marca en el segundo palo. Hubo un desajuste, pero el compromiso defensivo merece reconocimiento.

El equipo llegó mermado al Camp Nou sin Gonçalo Guedes, sin Kondogbia, sin Jeison Murillo, sin Garay... Con Gabriel recuperado al límite, con Simone Zaza enfermo. Demasiados contratiempos ante un adversario brutal y en un escenario enorme. El Barça ha dado un golpe. Sin embargo, la brecha no es definitiva. La vuelta de Mestalla será distinta, por el ambiente, por ritmo, por emociones, por hambre y por los protagonistas también.

El plan de Marcelino pasaba por desgastar a los blaugrana, contemporizar, hacer una presión alta por oleadas y cazar alguna contra. La interpretación sobre el césped no fue perfecta. El Valencia concedió pocos disparos, pero fue una defensa más por acumulación e intensidad mental que por estructura. Eso se sintió en el orden y en las posibilidades de arrancar: muy pocas.

Todos los contragolpes fueron trompicados, poco claros o a demasiados metros de la portería de Cillessen. El Valencia recuperó próximo a la posición de Jaume Domènech y encontrar una salida clara fue complicado, no pudo realizar dos pases seguidos. Los lanzadores casi nunca encontraron un pase claro y los atacantes casi nunca pudieron correr. El Barça cerró cualquier posibilidad levantando una estructura segura gracias a una presión espectacular y a una defensa inmensa liderada por Umtiti. Atento, eficaz, sólido en el uno contra uno. El central francés queda como el mejor local... después de Messi.

El bloque de Valverde no dio opción para el contragolpe del Valencia. Siempre faltó claridad en el último pase o más pausa. Vietto, Rodrigo, Maksimovic o Mina tuvieron su momento. Santi tuvo una muy clara a pase de Ferran -en la recta final- pero decidió mal. Esa fue la constante. Cero precisión. La posesión es lo de menos, pero faltó control. En ese apartado se echó de menos a Dani Parejo, cuyo partido fue difícil de entender más allá de alguna aparición fugaz. En la segunda parte, cuando el equipo intentó dar un paso al frente, el Barça dudó y ese es el camino para Mestalla. El Camp Nou exige eficacia, acción y suerte. La final está en Mestalla.