El 27 de marzo de 2017 el Valencia CF comunicaba oficialmente el nombramiento de Mateu Alemany como nuevo director general del club. Fue previo paso por Singapur, donde el ejecutivo y expresidente del Mallorca aceptó la propuesta del máximo accionista después de pedirle la máxima autonomía en la gestión deportiva. Alemany no fue a pedir dinero, sino a exigir la máxima confianza del propietario en su trabajo y en el proyecto que pretendía poner en marcha. Poco a poco Mateu fue despejando todas las dudas que en este sentido generaba la figura de Peter Lim, empezó a crear su equipo partiendo de la figura del entrenador y hoy, casi 365 días después, el Valencia CF es otro.

El equipo, a punto de materializar su vuelta a la Champions y con posibilidades todavía de disputarle el tercer y el segundo puesto al Atlético y al AtléticoReal Madrid, se reconoce en las antípodas de lo que era hace justo un año, se ha reactivado al aficionado tras dos años de depresión y el club ha ganado fortaleza bajo su mando.

El compromiso Lim-Alemany ha sido firme durante este tiempo, las dos partes han cumplido. Se están logrando resultados deportivos y económicos, el equipo demuestra ser competitivo y el club autosuficiente para no generar más pérdidas en la medida de lo posible pero no todo está hecho. El proyecto se encuentra en el momento clave, la Champions League es la llave de todo y Mateu lo sabe. Por eso, hoy el gran objetivo del Valencia CF no es solo clasificarse para la próxima edición, sino diseñar la continuidad y el crecimiento de este proyecto deportivo con la única idea de competir y asentarse en la Champions durante al menos las tres próximas temporadas.

La convicción que anida entre los responsables de la entidad es que el gran paso para la recuperación se ha dado esta temporada con el binomio Marcelino-Mateu. En un año se ha conseguido relanzar al equipo desde la duodécima posición a, como mínimo, la cuarta. Los análisis internos son positivos. El tren se ha puesto en marcha y hay que seguir poniendo las vías y el combustible para que avance.

Las nuevas directrices de la UEFA en cuanto a ingresos por participar en la gran competición europea

han servido para terminar de abrir los ojos. El incremento en los premios que garantiza la Champions va a marcar en este periodo 2018-2021 una línea clara entre los clubes de élite y el resto. A partir de ahora se van a acentuar las diferencias y pasar de un estrato a otro va a ser más difícil. Si no es ahora, en el medio plazo se complica. Y en el largo plazo todavía más. El Valencia CF llega a tiempo de contar con las herramientas necesarias para dar este salto, considerado por los dirigentes de la entidad como un impulso clave para equilibrar las cuentas en base a un presupuesto superior al actual y hacer frente a los compromisos como hipotecas, sanciones... La única salida es hacer un equipo fuerte y competitivo que esté siempre entre los cuatro primeros. Ese es el convencimiento y ese va a ser el objetivo de este mercado de verano que ya se ha puesto en marcha y en el que Alemany tendrá que volver a desplegar toda su acreditada capacidad negociadora para comprar bueno y barato, pero vender caro y a ser posible jugadores que se consideren prescindibles.

Acabar con la crispación

La primera reflexión del nuevo ejecutivo nada más llegar a su nuevo puesto fue que lo más urgente y lo más necesario para recuperar la estabilidad era acabar con el clima de crispación que rodeaba el club, fruto de la gestión caótica de los dos últimos años con el propio Peter Lim y la expresidenta Layhoon como máximos responsables. Dos años, muchos recursos y prestigio tirado a la basura. Para ello había que apostar por un entrenador contrastado que ofreciera garantías de exigencia y trabajo, limpiar de arriba abajo la plantilla, formar un equipo competitivo y sobre todo comprometido y esperar a que los resultados acompañaran especialmente en los primeros meses, algo fundamental para volver a ilusionar a la afición y hacer de Mestalla un fortín que ganara partidos. No se dejó influenciar por el entonces director deportivo, impuso su criterio y su apuesta: Marcelino. Desde ese día Alexanko tenía los días contados.

Un año después de su aterrizaje el Valencia CF tiene una estructura clara que se aprecia con toda claridad en la parcela deportiva. Hay un equipo de trabajo claro, Marcelino García y Pablo Longoria, uno al frente del equipo y otro como responsable del área técnica, son sus dos grandes apoyos junto con el presidente Anil Murthy. Mientras, el propio Mateu es el que ejecuta. El resultado se ajusta a las mejores expectativas dentro de las circunstancias. El equipo es cuarto, compite con Atlético y Real Madrid por el reparto final de las plazas de Champions y el objetivo de volver a la gran competición europea está a un paso de hacerse realidad.

No ha sido un camino ni mucho menos fácil. Alemany se encontró un panorama desolador en el que la única luz venía de lo que había conseguido Voro González en apenas dos meses: enderezar el rumbo del equipo y alejarlo del peligro de descenso. Voro, por tanto, fue su primer gran apoyo en el club para entender todo lo que desde fuera no se llega a apreciar y tomar las primeras medidas urgentes con el fin de precipitar un cambio radical.

«¿Y cómo vamos a fichar si no hay dinero ni ofertas por nuestros jugadores?». Más o menos así fue la frase que pronunció el nuevo director general cuando, ya asentado tras varias semanas en València, comenzó a planificar la temporada 17/18. El panorama era desolador. Primero había que empezar a sacar futbolistas, con el hándicap de que había que regalar prácticamente a los que no contaban -Enzo Pérez, Diego Alves, Negredo...- y las ofertas que podía haber por el resto eran claramente a la baja después de dos temporadas en que la plantilla se había devaluado por los malos resultados.

No le tembló el pulso a Alemany para dar el visto bueno a las salidas que consideraron necesarias -aunque ello le supuso un desgaste importante- como tampoco le tembló a la hora de hacerse fuerte y no vender a esos futbolistas que entraban en los planes de Marcelino -Parejo o Rodrigo- o tenían un valor superior a lo que en esos momentos dictaba el mercado, como podía ser el caso de Zaza.

Con el poco dinero que lograron recaudar y a pecho descubierto se lanzó al mercado, donde se encuentra en su salsa, para cerrar los fichajes de Neto, Murillo, Gabriel y Kondogbia en un verano frenético y larguísimo. Después, con la intermediación del propio Lim, llegarían a última hora Andreas Pereira y Gonçalo Guedes. Es el fichaje del centrocampista francés, sin duda, el que ha marcado la diferencia entre el Valencia CF de ayer y el de hoy, el que mejor representa la filosofía del nuevo proyecto. Entrenador y director general trazaron una estrategia en bloque para convencer al futbolista y al Inter, logrando un acuerdo que hoy, visto el resultado, es la admiración de todo el mundo del fútbol. La crónica de los doce meses de gestión de Alemany es realmente alentadora con vistas al futuro pero, ¿hacia adónde va el club?

Consenso con la propiedad

El Valencia tene muy claras las líneas maestras de su proyecto 18/19. En el club consideran que va a ser determinante mantener la política de máximo consenso actual con la propiedad en la toma de decisiones. Las últimas grandes decisiones han reforzado la credibilidad del proyecto. El único punto oscuro fue la gestión de la venta de las entradas para el partido de vuelta de las semifinales de Copa del Rey ante el Barça. El Valencia se pasó de la raya con los precios -una acción que fue reprobada de puertas hacia adentro por el propio Parejo, como capitán-, si bien es cierto que luego hubo una reacción y que deja una lección aprendida para el futuro.

Vinculación más estrecha

Este año, además, hay dos aspectos que retratan un cambio en la forma de gestionar con respecto a los años anteriores. Uno es el nuevo perfil del presidente. Anil Murthy, empotrado en la gestión diaria de la entidad, es la correa de transmisión. A día de hoy el cauce con Singapur es más fuerte que con Layhoon al frente. Segundo, el número de reuniones con la propiedad se ha multiplicado. Marcelino, Mateu Alemany... Los principales actores del club han pasado por Singapur, pero además los contactos del día a día se han intensificado. El papel de los profesionales y su capacidad de acierto están fuera de cualquier debate pero detrás hay un entramado de confianza que reposa sobre una vinculación más estrecha con Lim.

Apuesta por la cantera

En el club creen firmemente en un protagonismo creciente de la factoría de Paterna en el primer equipo. La nueva política de cantera anunciada hace tan solo unos días -apuesta por el alto rendimiento y la profesionalización anudada en torno a la máxima de que ningún jugador valenciano se escape- tiene como objetivo la formación y promoción de canteranos a la élite. No se necesitan jugadores para completar entrenamientos. Se necesitan jugadores para competir en Champions. El Valencia está mentalizado para apostar por los canteranos con esa expectativa de reforzar el potencial futuro del equipo con los mejores y lograr ingresos con la venta del resto. Formación y promoción. Son conscientes los responsables de la entidad de que la situación económica difícilmente va a permitir pagar el precio de mercado de un jugador de primerísima magnitud.

Una baza para el mercado

Si quieres al nuevo Guedes tienes que 'fabricarlo' o ir a por él en edad temprana. Y ahí entra en juego precisamente la labor de Pablo Longoria, una incorporación que potencia ese marco de consenso entre los poderes fácticos ya mencionado. Uno de los puntos fuertes de la misión Longoria va a ser la anticipación con jugadores jóvenes en el mercado de fichajes. Para lograrlo, y para captar también a los más contrastados, se han puesto los cinco sentidos en volver a hacer del Valencia un proyecto que atraiga.

El club, gracias a sus resultados y a los valores que han vuelto a implantarse, está recuperando el magnetismo y eso va a ser una baza importante, un gancho en el próximo mercado de fichajes. Haciendo las cosas bien atraes a mejores futbolistas. Donde antes había dudas e inestabilidad hay ambición, rigor y exigencia. El pasado verano apostar por el Valencia implicaba un ejercicio de fe, ahora los casos de Kondogbia, Murillo, Gabriel Paulista, Coquelin, Mina, Zaza, Garay, Rodrigo o el propio Parejo, relanzados al calor de Marcelino, inspiran seguridad. El curso ha consagrado al técnico como recuperador de jugadores... Desde la depresión a la plenitud.

La afición y el centenario

Además de dar una vuelta de tuerca a las aspiraciones del equipo, otro de los objetivos marcados en rojo es seguir reforzando el sentimiento de pertenencia y orgullo del aficionado a través de la celebración del centenario del club. Esta temporada se ha plantado una semilla recuperando la comunión entre equipo y grada, se ha encontrado un camino. La afición ha vuelto a disfrutar y tiene ganas de más. Las sensaciones invitan a soñar y todo hace indicar que habrá una buena respuesta también en los abonos de la temporada que viene.

El club está preparando una celebración que involucra al aficionado de lleno. Y es que el valencianista ha desempeñado siempre un papel fundamental al lado del equipo. El Valencia siempre vuelve, nunca se resigna. Tiene un relato único de persistencia, una voluntad de destacar y ser protagonista con una continuidad en todas las décadas desde su fundación. Salvo la actual, en todas ha habido títulos y casi siempre han convivido con años de momentos difíciles.

En contraste con muchos clubes que han cimentado su leyenda en épocas muy concentradas, el Valencia CF no se ha conformado nunca con la intrascendencia. Nunca, ni siquiera en 20 años de su historia. Y eso es un valor. Riadas, guerras, descensos, gestiones equivocadas... El murciélago siempre vuelve. Se cae y se levanta. Y esa es una realidad que está por encima de gestores, jugadores o épocas y que marca un ADN. La situación actual es un ejemplo claro. Del germen de la descomposición y el desarraigo más absoluto a la 11ª participación en Champions y con el estátus de ser el tercer equipo español en el ranking de la Champions. La historia se proyecta en el futuro y ahí la afición siempre ha sido decisiva.

Frente a las contingencias

El club también tiene planes para las contingencias. Se van a seguir defendiendo los intereses de la entidad ante la multa de la Comisión Europea, la posible sanción de la FIFA y el caso Porxinos. Una vez estabilizados deportivamente con la Champions a punto, se va a seguir trabajando para avanzar en licencias y financiación con el reto de acabar el nuevo estadio. Además, el club está llevando a cabo un proceso de transformación digital para expander internacionalmente la marca, conscientes de que el escenario ha cambiado con respecto a los últimos años y que ahora el Valencia juega en un tablero mundial en el que los rivales no son solo el Sevilla o el Atlético. También son el Schalke 04, Borussia Dortmund, la Roma o Arsenal, entre otros. Los dirigentes del club se han marcado el objetivo de ganar peso internacional en este nuevo campo de batalla para captar simpatías que se traduzcan en ingresos de marketing.