Ferran Torres tiene unas condiciones espectaculares. No es un proyecto de crack artificial. En directo, causa una sensación tremenda. Cuando activa la carrera, cuando toca el balón, cuando conduce o intenta el uno contra uno genera expectación auténtica y consigue captar la atención del público. El efecto volvió a reproducirse en el partido del Valencia CF ante el Getafe y el flechazo con Mestalla existe. Los elogios vuelan en la grada y son un termómetro de gran valor. No es sólo una cuestión de análisis técnico o de estadísticas, Ferran desprende ese algo especial que diferencia a los buenos de los mejores. Su última media hora tuvo un efecto predador sobre el tímido rendimiento de Andreas en la hora anterior.

Marcelino sorprendió con su apuesta inicial por el brasileño cuando se esperaba al centrocampista de Foios (presente e inversión a futuro), pero todo entra en la gestión normal del dieciochoañero. La semana pasada se quedó fuera de la lista por una cuestión programada. Marcelino es uno de sus avalistas: la intención es que vaya ganando protagonismo en esta recta final. El miércoles tuvo minutos y su segunda titularidad -tras San Mamés- puede llegar ante el Celta. La entrada de Rodrigo, Carlos Soler y Ferran produjo un giro inmediato en el partido. Carlos fue un socio más consistente para todos, Parejo dio un paso al frente y encontró en Rodrigo a una referencia clara donde enviar el balón.

Ferran exprimió la ocasión. En un contexto no fácil y con el marcador difícil mostró su personalidad en alta competición. El Valencia subió de temperatura coincidiendo con su presencia y no es casualidad. Tuvo veinte intervenciones, cantidad notable. Un disparo a puerta, un tackle, dos regates intentados, tres centros al área y un pase clave. Siempre hacia el frente, siempre buscando hacer daño al rival. Sólo falló tres de trece intentos de pase.Ferran es un elemento distinto dentro de la segunda unidad.

Su condición no es la misma que la de Andreas, Maksimovic o Vietto.

Es una apuesta firme, un plus por su raigón y un jugador sin techo. La presencia del brasileño, el serbio y el argentino corresponde con la intención de Marcelino de hacer un vestuario fuerte. El míster reconoció que fue un error lanzarlos todos a la vez. Sin ritmo competitivo y sin la confianza del jugador rodado, Murillo, Maksimovic, Pereira, Vietto e incluso Zaza tuvieron un partido de sufrimiento. Sus inseguridades se contagiaron y se potenciaron. Faltó más seguridad, justo la que sí desparramaron Soler, Rodrigo y Ferran. La mezcla con ellos hubiera sido distinta. Equilibrio de fuerzas y mentalidad superior.