Vamos con un símil de tenis que explica bien lo que está sucediendo en el Valencia CF. El presidente Anil Murthy intenta salvar una bola de partido, que es lo máximo que puede hacer y ojo que es mucho. Puede evitar una derrota pero pasa que ganar el partido me temo que ya no está en sus manos. Murthy puede conseguir que el Valencia CF, un uno de agosto y a solo un par de semanas de que comience la Liga y con la plantilla por rematar, no se quede sin director general, sin 'director deportivo' y probablemente sin entrenador. Por eso digo que tal y como estaba el asunto, eso es mucho lograr. A partir de ahí, veremos qué depara el futuro. Lo que ha pasado no es cualquier cosa, y lo normal es que corrompa de raíz la relación entre Mateu Alemany y el propietario del Valencia CF, Peter Lim, pero que no sea así depende de ellos y de cuánto hayan tensado la cuerda en las últimas semanas o cuánto hayan aceptado transigir -con Rafinha o Rafinho- estos días teniendo en cuenta que la Liga está a la vuelta de la esquina. No digo que sea fácil olvidar y volver a trabajar con la misma confianza que hasta hace unos meses, pero es evidente que quienes pueden convertir la desconfianza en confianza son ellos, no la afición ni los periodistas. Ni Marcelino. Bueno, tal vez en su faceta de mediador, Anil Murthy pueda aportar algo al respecto. Pero sucede que el fútbol es imprevisible y escapa por cualquier rincón. Y sobre todo, mandan los resultados. Si la pelota entra, olvidaremos la guerra civil de ahora...hasta que llegue la siguiente. Y sucede también que de las guerras se hacen las mejores amistades y que hasta de la basura nacen flores. No quiero pecar de optimista iluso, pero es una realidad que aunque la relación entre Mateu y Lim queda tocada y aunque la desconfianza de gran parte de la afición -no toda, ojo- hacia Lim pueda ser eterna, todo esto ha unido al vestuario. Ha estrechado hasta el infinito la relación entre los futbolistas y el entrenador, y eso, para ganar partidos es bueno. Tenemos la temporada pasada como ejemplo, fue salir Batshuayi, cuyo fichaje lo desordenó todo, y arrancar el equipo con Parejo y BatshuayiParejoRodrigo. Dicho todo esto, tengo claro que unos y otros -si es que se puede decir que en estos momentos hay dos bandos en el Valencia CF- deberían mirar ya por el club y sus aficionados. Esto está durando demasiado, tanto, que empieza a darme igual quién manda. Quiero paz. Y fútbol. PD: Conforme avanza el tiempo y no hay una solución, se diluye la frontera que separa a los buenos de los malos.

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