Hace unos días, en una de esas entrevistas que concede a medios de comunicación internacionales, el presidente del Valencia CF dijo algo así como ¿te imaginas poner 200 millones de euros y no tomar las decisiones? Con el matiz que era una entrevista concedida a una revista cuyo público son ejecutivos de grandes empresas. Anil lanzaba una reflexión a los potenciales ejecutivos de grandes empresas que iban a leer su entrevista pensando que todos responderían claro, claro, si pones 200 millones es para decidir. Dicho así no admite matices pero es lo que tienen las teorías, que sobre el papel todas son buenas, luego uno baja al barro de la realidad y las cosas son de otra manera, y la gran realidad la vimos el pasado sábado en el partido ante el Atlético de Madrid, más allá de la mala pata del gol de Lato y de si uno piensa que Javi Gracia puede hacer más con lo que tiene o no. Ese día fue evidente que las distancias entre el Atlético y el Valencia son ahora de dimensiones siderales, y resulta que se han agigantado desde que Meriton decidió volver a tomar las decisiones, por lo que está por ver si la reflexión anterior es del todo coherente. No hace falta estar suscrito a una revista de altos ejecutivos para ponerla en duda, basta con hablar, por ejemplo, con Raúl Antón, que con toda la naturalidad del mundo dice que no cree que en los hospitales que son de su propiedad Peter Lim haya puesto al frente a expertos en hockey hierba para decidir. Y añade, ¿pero qué esperaban, que saliera bien? Y ahora volvamos al momento en que Meriton decide volver a decidir, que resumiremos más que en el tiempo, en la decisión de prescindir de Marcelino y fichar a Celades sin tener en cuenta a Mateu. En ese momento se cae el castillo de naipes porque nos dimos de morros con la posibilidad de que tal vez la ecuación de si al Valencia le va bien a Lim le va bien no sea cierta, es decir, es posible que al Valencia le vaya bien pero a su máximo accionista no le convenga. No seré yo quien pida que el club tome decisiones que lo hagan inviable desde el punto de vista financiero, lo que digo es que si hay intención y capacidad es posible tomar las decisiones económicas que haga falta y hacer un equipo que satisfaga a los aficionados. Pero la clave está en que ahora en el Valencia no se tiene en cuenta a la afición porque nosotros 'parimos en virtud de nuestro 84%, y nosotros decidimos'. Desde ese punto de partida se toman decisiones económicas a sangre fría sin temor alguno a la reacción de la masa social. Es evidente que un ejecutivo de fútbol no puede decidir bajo la dictadura del qué dirán los aficionados, pero su virtud está en saber encontrar el punto de encuentro. Meriton no lo busca, Meriton piensa tengo el 84% y si me da la gana me equivoco. Y todos a callar. Esa es la traición. Decidan, pero decidan bien.

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