Resultados así te dejan muy mal cuerpo, pero analizando lo ocurrido en el 2-6 del domingo ante el Sevilla no hay tantas señales de alarma como pudiese parecer en caliente. Sí que hay, eso sí, cosas que arreglar. Después de escuchar a los técnicos tras el partido, ambos muy acertados, incluso Machín explicó a la perfección lo que había ocurrido. El míster del Sevilla dio en el clavo tanto con el planteamiento sobre el campo como en su análisis en rueda de prensa. Machín se encontró con el juego que iba precisamente buscando, un toma y daca constante en el que las jugadas de ataque se finalizasen en las dos áreas y en el que se generaran muchas opciones de gol. Y, consciente de que su equipo tampoco estaba para demasiados trotes, fue precisamente ahí, en el área, donde el Sevilla se impuso en primer lugar por la calidad que tiene arriba y en segundo por la claridad de las acciones en las que encararon a Oier. Ben Yedder, aunque discutido por sus propios aficionados, volvió a dejar claro que es un delantero con gol y ese poder de definición, unido a fallos puntuales del Levante que volvieron a pasar factura, fue el que decantó la balanza. No era un partido táctico, sino todo lo contrario, de esos atractivos para el espectador si no se hubiese roto tras el descanso.

Agujeros a la espalda

El fallo del penalti, unido a la ocasión posterior de Roger, supuso un antes y un después en un momento en el que el partido estaba abierto, de tú a tú, pero a partir del cual el Levante encadenó errores que precipitaron la lluvia final de goles. En ese sentido, las perdidas en el centro del campo fueron letales y dejaron al descubierto agujeros negros en el sistema defensivo a la espalda de los centrales y sobre todo de los laterales. Con Coke lesionado y Toño en el banquillo no tuvieron buen día.

No te perdonan

El partido acabó mal para sus intereses, pero hay que recordar y reconocer que el Levante UD lo empezó bien y que habría tenido otro signo de no haber concedido tantas facilidades a nivel defensivo y cometido fallos del estilo del que en Cornellà acabó también en el gol de la derrota. Precisamente Campaña volvió a fallar en una acción que acabó siendo determinante, la del segundo gol. Rodeado de contrarios buscó un pasillo interior en lugar de abrir a banda y su perdida obligó a Postigo a cortar el contragolpe cargándose con una amarilla. Para postre en el saque de la falta Oier salió mal y el Sevilla se puso 1-2, un mazazo que empezó a hacerse pesado. Son los errores que siempre decimos que en Primera no te perdonan y que en el caso del portero tampoco hay que sacar de quicio pese a que su actuación fue de esas que duelen.

Prevenir y corregir

Ofensivamente, pese a la derrota, el Levante continúa desenvolviéndose bien en ataque. Finaliza y tiene desborde. No obstante, esta derrota debe servirle al equipo para mentalizarse de que tiene que gestionar mejor los partidos defensivamente y minimizar los fallos en la entrega en el centro del campo, un aspecto este en el que también Prcic corrió excesivos riesgos. Lo primero, lógicamente, es no cometer esos fallos. Y, lo segundo, estar prevenidos ante ellos si no se pueden impedir.

Estadística equilibrada

Estadísticamente los números hablan de un partido mucho más parejo y equilibrado de lo que dice el marcador con esa goleada tan escandalosa que, sinceramente, aún habría sido peor si el Sevilla no llega a levantar el pie con el 1-6. El Levante hizo 10 remates por 20 del Sevilla, lanzó tres veces más entre palos y la posesión también estuvo igualada (48/52). La diferencia fue, eso sí, que las oportunidades del rival fueron siempre muy claras.

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