En apenas diecisiete días se abrirá el mercado de enero y los equipos pueden volver a fichar jugadores o traspasarlos. Tanto ha cambiado la película del Valencia CF en apenas un año que esta semana ha pasado por Valencia al máximo accionista del club, Peter Lim, y no ha tenido un solo día para reunirse con la persona a la que hasta hace apenas cuatro meses le confió el proyecto de Champions y la inversión más alta de la historia del club en fichajes, ese no es otro que Marcelino García. El técnico, quiso restarle valor a no ser llamado por el singapurense a la reunión que sí mantuvieron Matue Alemany y Pablo Longoria con el asiático el lunes en un hotel de la playa de la Malvarrosa, pero es evidente que si no estuvo allí es porque hay ahora mismo desde la propiedad desconfianza y bastantes dudas sobre su figura al frente de la entidad.

Lo del comunicado

Debatíamos el pasado miércoles en Tribuna, Rubén Uría, Carlos Bosch y un servidor sobre lo importante que hubiera sido para Marcelino un espaldarazo desde la entidad repitiendo la reunión del pasado curso, o incluso calcando el comunicado que sí hicieron el año anterior. En aquella reunión se habló de fichajes de enero y se decidió el fichaje de Francis Coquelin, la llegada de Luciano Vietto y que se intentaría el regreso de Cancelo. Este año la reunión ha sido muy diferente, y en ella incluso se ha valorado el escenario de que en el parón navideño haya que buscar un nuevo entrenador porque el asturiano no goza de la confianza necesaria como para que en ese conclave del pasado lunes se hablará con seguridad de que él sería el entrador a partir del uno de enero.

Futuros inciertos

A veces los protagonistas del fútbol tratan a la prensa, y en definitiva a los aficionados, como si estos no supieran leer o escribir y yo tengo una máxima que es que los aficionados a día de hoy saben bastantes más cosas de las que los protagonistas se puedan pensar. Que el entrenador no está fuerte y que el club tiene dudas con el es algo que no escapa nadie en la calle, y lo que es mucho peor lo saben en el vestuario. Los futbolistas son egoístas por naturaleza y ya son unos cuantos los que miran de reojo el futuro del entrenador. Y lo miran porque su futuro en el club es incierto y por tanto están a la espera de saber si en enero tendrán que buscar un destino o si por el contrario hay un cambio en el banquillo de Mestalla y por lo tanto su situación en la entidad vuelve a partir de cero y cuentan para el nuevo técnico.

El tiempo y la crisis

Durante muchas jornadas el técnico asturiano negó la mayor y aseguró que el equipo no estaba en crisis porque no perdía muchos partidos seguidos. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que la crisis existía y que era mucho más peligrosa de lo que pudiera parecer, porque desde hace semanas Marcelino no tiene el control del vestuario. Queriendo dejar claro que los resultados no llegan por muchos responsables, también afirmo que él es el principal responsable de haber perdido ese control sobre los jugadores. Normalmente en estas situaciones el entrenador termina cayendo por su propio peso porque pese a que un jugador nunca sale a un campo a no ganar un encuentro, la debilidad con la que llega el mensaje del entrenador al futbolista termina calando en forma de resultados.

Otro fichador

Me gustaría escribir otra cosa en la previa de un partido tan importante, pero antes de hablar de fichajes de enero hay que tener claro que lo primero que tiene que conseguir el técnico para poder decidir si ficha a alguien en el próximo mes o pide alguna salida es ganar los dos partidos de Liga que restan en 2018. Si no es así, mucho me temo que no será él quien decida los fichajes ni tampoco las salidas. En todo caso, si gana esos dos partidos el club debería haber tomado nota para que no sea el asturiano el que elija hasta los percheros que se fichan porque no es de recibo que en apenas cuatro meses y habiendo gastado 112 millones en fichajes, la plantilla necesite entre tres y cuatro fichajes.