Podría ser el nombre de un nuevo deporte, producto indirecto de nuestro fútbol, como se considera al fútbol sala o al fútbol playa o al que, espero, no tarde mucho en ser reconocido, el fútbol en silla de ruedas que es todo un descubrimiento, pero no, es simplemente nuestro ¿habitual? fin de semana, cerveza o agua en mano y mando no tan distanciado como su nombre indica, para cambiar de canales y partidos.

Es, simplemente que la muy docta Universidad de Leeds, que “solo” nació en 1904 (lejos de la nuestra, la de Valencia, en 1499) ha publicado hace unos días un estudio sobre los aficionados al fútbol. No es uno de tantos, porque éste nos va a alegrar el día, porque sus resultados demuestran que el futbolero, cuando está visionando (en su casa o en el campo, que es un esfuerzo mayor habida cuenta del desplazamiento al estadio, que es siempre más complejo que ir a la nevera casera) su deporte favorito.

Pues bien, el muestreo que se hizo sobre aficionados del Leeds United (obviamente) da un resultado sorprendente o, al menos, que mejora nuestra estima. Así, la frecuencia cardíaca es un 17% mayor entre quienes están viendo el partido, respecto de la que habitualmente mantienen.

Por lo tanto, en el canapé o sofá, en el bar o en su asiento en el estadio, el aficionado tendrá una mayor (y mejor, según los estudiosos universitarios) calidad de vida, debido a ese aumento cardíaco. Dicen, incluso, (ojo, y el que no se lo crea que vaya y lea el estudio completo) que existe un “entrenamiento cardio-vascular moderado” y una “estimulación psicológica”.

Hombre, no sé si hacía falta hacer un sesudo estudio para eso, porque está claro que cuando hay una jugada clara (a favor o en contra del equipo propio) o un gol (ídem), es evidente que se estimula la psique y, también que el corazón nos lleva de un lado a otro, por los vaivenes del propio encuentro…

Así, ya tenemos una buena excusa, universitaria y médica, para sentarnos a ver un partido o para ir al campo: es bueno para la salud y, casi podría ser considerado como un deporte (¿no lo son los e-sports?). Bien para todos los que ya lo sabían y no conseguían convencer a amigos o familia. Ahora sí, señoras y señores, ¡eureka!, el fútbol de salón (en casa o en el estadio), ya es (casi) oficialmente nuestro deporte.

Y no quiero que se me enfaden los lectores universitarios, que yo también lo soy (profesor) pero es que esta noticia, entre varias que tenía para elegir como tema del presente artículo, me dio un “ je ne sais quoi, un no sé qué” de adrenalina, porque ya sabemos, y así nos lo llevan diciendo años y más ahora, que debemos beber dos litros de agua al día, tomar fruta, verduras, pescado azul, hacer deporte cinco veces a la semana, como mínimo treinta minutos, no comer grasas saturadas ni mucho queso y un largo etcétera.

Y es que, también ahora podremos decir, sí, hago todo lo que me digan, pero también estoy entrenando el corazón y estimulando mi cerebro, gracias a mi afición por el fútbol y, no solo eso, por mi equipo, porque esos datos solo se aplican a quienes siguen los partidos a favor de algún contendiente, no como neutral, a los que no se les ha controlado aún...

Por ello, ¡estamos disfrutando y cumpliendo con varios requisitos de una vida más sana! Y acabo recordando al hijo del trapero, a Kirk Douglas, fallecido a los 103 años, el último de una generación de gigantes del cine. Hoy recomiendo cualquiera de sus películas, pero sobre todo “Espartaco”, “Senderos de gloria”, “Los Vikingos” y, mi favorita (soy un poco raro…), “El día de los tramposos”. RIP a un grande.